A lo largo de estos días, la actualidad informativa referida al mundo del autónomo se ha centrado en un aspecto poco positivo, como son las estadísticas que anuncian una significativa cifra de bajas de trabajadores en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos).
Al igual que en 2009 y 2010, las expectativas del crecimiento de trabajadores por cuenta propia han encontrado su principal escollo en los meses de julio y agosto, época vacacional donde el ritmo de trabajo disminuye y en muchos casos, condena a muchos profesionales autónomos a poner en duda su viabilidad laboral ante la imposibilidad de hacer frente a las obligaciones que se presentan.
De hecho, las cifras anunciadas de empleos autónomos destruidos en el periodo de verano se cifran en 16.900 bajas, según los datos apuntados por la Unión de Profesionales y Autónomos (UPTA). De hecho, el único aspecto que contrarresta estas cifras negativas, es la comparación anual con respecto al verano de 2010, donde se perdieron más de 21.000 trabajadores autónomos.
Además, estas cifras llevan consigo también un descenso de trabajadores autónomos extranjeros, que si bien a principio de 2011 el porcentaje de empleabilidad por cuenta propia creció en un 5%, ahora, tras este bache estival, las cifras se han resentido con un total de 551 bajas.
Debate abierto
Algunos medios de comunicación consideran estos datos el inicio de “una sangría” de autónomos, mientras que desde los blogs especializados y foros el debate gira en torno al estigma del trabajador por cuenta propia como el gran olvidado de este periodo de crisis y la necesidad de sacar adelante en el congreso de los diputados la proposición de Ley de modificación de la Ley 37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el Valor Añadido, que permitiría a las pymes y a los autónomos no tributar por el IVA de las facturas no cobradas hasta que las cobren.