Que no te engañen, para emprender tienes que tener recursos económicos. Y no ya por lo que tengas que invertir en tu negocio para echarlo a andar, sino porque hasta que éste despegue, necesitas comer de algo mientras tanto. Como comento en más de una ocasión en mis artículos, necesitas un colchón.
Emprender después de los 40 a la desesperada como último recurso porque no encuentras trabajo y no ves otra solución sin haber emprendido nunca antes, puede suponer entrar en un callejón de difícil salida.
Los resultados cuando uno emprende no suelen ser inmediatos y nunca sabes realmente cuánto tiempo te va a llevar conseguir los ingresos que deseas, con lo cual no deja de ser una carrera contra reloj que puede llevarte a cometer errores que acabes pagando caro.
Esto es algo que tienes que tener muy en cuenta. Por lo tanto, saber priorizar tus recursos distinguiendo las oportunidades de las distracciones es una de las primeras cosas que tienes que vas a tener que aprender.
Normalmente ese colchón es limitado y además, es bueno que lo sea por otra parte, porque eso produce un efecto mayor para pasar a la acción ya que o avanzas o avanzas, sí, no hay alternativa. Es un poco como quemar las naves.
No obstante de lo que se trata es de estirar lo máximo posible ese colchón para minimizar riesgos y poder emprender con cierta tranquilidad y cometiendo el menor número de errores de principiante.
No te voy a engañar, palmar vas a palmar pasta más tarde o más temprano, porque es algo que forma parte de tu proceso de aprendizaje. En mi caso, palmé pasta por muchos sitios por mi propia ignorancia y también, por qué no decirlo, por haberme equivocado a la hora de elegir a determinados profesionales.
De eso ninguno estamos exentos y forma parte del día a día y por mucha experiencia que tengas ese error siempre lo puedes cometer. Ahora bien, en los inicios eres carne de cañón porque quien gobierna tus pasos muchas veces es el miedo y el perfeccionismo, los peores aliados en tu andadura.
Precisamente el miedo y las prisas te llevan muchas veces a invertir en determinadas cosas que no son necesarias aferrándose a la esperanza de que gracias a eso cambiará tu suerte radicalmente. Evidentemente que cambie tu suerte radicalmente puede pasar, pero siempre y cuando aciertes en la inversión en cuestión.
Dicho todo esto, te hago 3 recomendaciones que, si bien son fruto de mi experiencia vivida, si las analizas con objetividad te darás cuenta de que son de sentido común, el menos común de los sentidos y que cuando uno empieza a emprender por primera vez es un sentido todavía menos común de lo normal.
1 – Reduce tus gastos
Tienes que conseguir un equilibrio entre tu yo más despilfarrador y tu yo más “agarrao”. Es decir, se trata de reducir tus gastos y los de tu negocio a la mínima expresión pero permitiendo que ambos (tú y él) respiréis.
Si no inviertes nada de nada es difícil que crezcas y si inviertes demasiado y en lo que todavía no toca, puede que apagues la hoguera antes de encenderla. No se trata de que pases hambre, sino de eliminar los gastos personales más superfluos y quedarte con los que son básicos no sólo para tu supervivencia, sino para tu bienestar.
Me explico. No renuncies a tu ocio, simplemente ajústalo.
Cambia las aficiones caras por otras más económicas con las que también disfrutes. No te quedes en casa sin salir, simplemente sal menos o sal de una forma más económica. Es más sencillo de lo que te pueda parecer y te acostumbrarás rápido.
Dicho de otra manera, decide en función de prioridades y no renuncies a todo lo que te puede hacer feliz. Por otra parte ten en cuenta que más que renunciar se trata de aplazar. Es importante que aprendas el arte del “ahora no toca” y eso significa que ya tocará más adelante. Lo que estás haciendo es aligerar el equipaje para poder volar más rápido y a mayor velocidad.
2 – Fórmate en ventas
Si hay un error típico que se comete en especial cuando se emprende ofreciendo tus propios servicios (consultoría, coaching, terapia, formación, etc.) es el de perder el tiempo formándose en la disciplina que ofreces con la falsa creencia de que cuanto mejor formado estés en tu disciplina mejor profesional serás y por lo tanto los clientes caerán como llovidos del cielo sin hacer nada.
Si hay algo en lo que tienes que entrenarte y formarte es en ser un buen vendedor y si no estás dispuesto a hacerlo, honestamente, no emprendas.
Muchos de los que hemos emprendido después de los 40 no teníamos ni idea de lo que era vender, nunca habíamos desarrollado una actividad comercial antes y en mi caso, como he comentado en mi blog en más de una ocasión, me defendía como gato panza arriba para no vender.
Hasta que no me quedó más remedio que agarrar al toro por los cuernos y formarme en ese área.
No cometas el error de convertirte en el “eterno cursillista” de materias que ya no toca. Si éste es tu caso estoy segura de que ya eres un buen profesional con lo que sabes y sólo falta que tú te lo creas.
Piensa que la formación en ventas es la que mayor retorno de inversión te va a dar y lo que ahí aprendas y pongas en práctica te garantiza al 100% no sólo recuperar lo que hayas invertido en la formación sino en hacer crecer tu facturación año tras año.
Para emprender con éxito después de los 40 tienes que ser un buen vendedor, por lo tanto no retrases más la decisión. Aprender a vender es incómodo pero mucho más divertido de lo que te piensas y es lo que te va a traer los verdaderos beneficios.
3 – ¿Es el momento?
Puede que necesites una “cojoweb” para tener el negocio de tus sueños, pero cuando estás empezando probablemente no sea necesaria. Como digo siempre, empieza con cosas que sean “elegantes a la par que discretas dentro de lo juvenil”, o sea, algo resultón que irás mejorando a medida que vayas ingresando dinero con tu actividad.
No se trata de que hagas cosas cutres sino de que seas consciente de lo que te puedes permitir y no vivas por encima de tus posibilidades. Habrá ocasiones en las que sí que tendrás que hacer un esfuerzo y una inversión extra porque no te quede más remedio para poder seguir avanzando, pero precisamente por eso pregúntate siempre si es el momento, si realmente eso es lo que necesitas ahora o puedes empezar con algo más sencillo.
A mis clientes les digo que antes de lanzarse a vender la empanada prueben con empanadillas y de distintos sabores. Eso te permitirá no sólo invertir menos y no ahogarte sino también conocer mejor a tu cliente y por lo tanto crear un producto o servicio mucho más acorde a lo que necesita y al final venderlo mejor.
Y cuando no tengas claro si es el momento, déjate guiar por tu intuición. Esa nunca falla.
Conclusión
Emprender después de los 40 es como una carrera de obstáculos y los primeros que debes aprender son los obstáculos de la escasez y son necesarios para hacerte selectivo y elegir muy bien dónde metes tu dinero y en qué.
Es un ejercicio de prioridades. Ese aprendizaje será la antesala para después poder gestionar de manera adecuada y sin despilfarros innecesarios la abundancia. De no hacerlo corres el riesgo de al entrar en esa fase morir de éxito.
Y para no cometer ni éste ni otros errores, en mi web encontrarás mi seminario gratuito “Los 13 errores que no debes cometer y cómo evitarlos para emprender con éxito después de los 40”, donde recojo una buena parte de lo vivido cuando empecé a emprender y de lo que tú también puedes aprender y empezar a ahorrar tiempo, dinero y esfuerzo desde el minuto cero.