Hoy escribo por obligación. Escribo porque, después de haber revisado muchos informes y estadísticas, creo que nos hace falta un buen tirón de orejas. Algo que nos cambie el chip, nos ponga las pilas y nos deje bien impregnado un mensaje: nos queda mucho camino por recorrer hacia la igualdad. El Día Internacional de la Mujer es un recuerdo de esas tareas que tenemos pendientes como sociedad para conseguir un “planeta 50-50 en 2030”, el objetivo que se ha marcado la ONU este 8 de marzo.
Hace años, la médica estadounidense Rosalyn Yalow dijo que el mundo no podía “permitirse la pérdida de los talentos de la mitad de las personas”. Pero todavía hoy en 2017, la mujer continúa siendo casi invisible en las esferas de poder económico, político y social. En 2015 la participación femenina en los órganos de dirección de las empresas del IBEX 35 era del 11,75% y solo había una presidenta ejecutiva. Además, nunca hemos tenido una gobernadora del Banco de España ni una presidenta del Gobierno.
Mujeres emprendedoras: lejos del 50-50
Las mujeres que decidimos emprender en España representamos el 35,1% del total en 2015, según los últimos datos disponibles del Ministerio de Igualdad. La cifra ha ido creciendo progresivamente desde el año 2000, cuando se quedaba apenas en un 30%, y sobre todo a raíz de la crisis económica en 2008. Sin embargo, sigue estando muy lejos del 50-50 que persigue la ONU y que deberíamos anotar en nuestros deberes como sociedad.
Más allá de este dato, hay que incluir en el análisis que solo un 30% de las mujeres españolas son empleadoras. Además, el Ministerio recuerda que sus actividades se concentran en ramas como la educación o los servicios de cuidado, tradicionalmente peor pagadas que otras realizadas en su mayoría por hombres. No obstante, aunque la dimensión económica de las empresas femeninas es menor, sus negocios son más resistentes.
En lo que se refiere al mundo emprendedor, los números tampoco están de nuestra parte. El Mapa del Emprendimiento 2016 creado por Spain StartUp señala que el perfil que impera en España es el de un hombre de 34 años y con formación universitaria. En este caso, nosotras representamos únicamente a un 17% de las startup.
La otra cara de la moneda
Mientras estas cifras nos dejan en minoría, otras estadísticas que evidencian aún más la desigualdad de género siguen poniéndonos en cabeza. El informe sociológico Somos Equipo indica que un 58% de las mujeres renuncia a su carrera profesional cuando se convierten en madres, frente al 6% de los hombres. De hecho, incluso más de la mitad de las que todavía no han tenido hijos, ya creen que serán ellas quienes deban aparcar su trabajo para poder cuidar de ellos. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social confirma esta brecha con un dato impactante: en 2013 solo un 1,7% de los titulares del permiso de maternidad fueron hombres.
Los roles de género continúan perpetuándose también en las tareas domésticas. Un 45,2% de las mujeres que aportan la misma cantidad de dinero al hogar que sus parejas declara ser la principal responsable de este tipo de trabajos en el hogar. Mientras tanto, la cifra es de solo un 9% para los hombres.
Emprender para la igualdad
Quizá una de las acciones para revertir datos como estos pase por fomentar el emprendimiento femenino. Al fin y al cabo, el carácter emprendedor nos convierte en personas más autónomas en la toma de decisiones y otorga poder desde la base para llegar potencialmente a esferas más altas del ámbito socio-económico.
Pero más allá de eso, como empresarios, tenemos la obligación de acabar de una vez por todas con el machismo profesional. Es inaceptable que en pleno siglo XXI, se sigan estableciendo salarios en función del sexo o que se eviten las contrataciones de jóvenes que puedan quedarse embarazadas. Para conseguir avanzar hacia un mundo empresarial 50-50, hombres y mujeres tendremos que derribar juntos esos muros de la desigualdad que ahora nos alejan.