Emprendedor, ¡qué bonito nombre tienes! Decir hoy en día que trabajas por tu cuenta te da automáticamente cierto glamour. Aunque pases la jornada laboral en casa sin quitarte el pijama, a ojos de la sociedad eres casi una promesa de Silicon Valley, de esas que dicen que se gestaron de la nada en un garaje y acabaron dominando el mundo —véase Google—.
El problema es que con tanto alimentar el mito, hemos acabado creando lo que he bautizado como “la era del falso emprendedor”. Un fenómeno al que han contribuido, entre otras medidas, la de la tarifa plana de autónomos.
Echa un vistazo al gráfico de aquí abajo. Como ves, desde que comenzó la crisis en 2008, el interés por el tema emprendedor ha ido creciendo progresivamente. El mayor pico se produjo entre septiembre y octubre de 2013, la misma fecha en que se aprobó la tarifa plana de 50 euros.
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Estos datos dan algunas pistas que confirman también otros estudios, como el informe Flexibilidad en el trabajo publicado por Randstad. El autoempleo es un refugio contra paro para miles personas. Pero montar un negocio por necesidad y no por vocación tiene sus riesgos…
¿Por qué vivimos en la era del falso emprendedor?
La imagen que se difunde del emprendimiento, muchas veces desde las propias instituciones, es la del triunfo, la del sueño cumplido, la del pobre que de un día para otro crea un imperio… Visto así abrir una empresa parece la opción idónea para cualquiera y, más todavía, si sus circunstancias económicas son precarias.
Sin embargo, la realidad es otra. Fuera del mito, hay que pagar impuestos y facturas, encontrar clientes, trabajar muchas horas al día… En definitiva, hay que hacerse autónomo en el sentido más tradicional de la palabra y con todos sus clichés añadidos: desde el “adiós vacaciones” al “nunca me pongo enfermo”.
El falso emprendedor es precisamente ese perfil que empieza a trabajar por cuenta propia, motivado por la visión idealizada del emprendimiento y un tanto obligado por su situación económica. La mayoría de veces no tiene mentalidad de negocio y su idea es poco viable. El resultado es que muchos de los proyectos acaban muriendo al poco de nacer. La tarifa plana se acaba, los gastos se incrementan y la aventura se tuerce.
Las altas y bajas en el RETA
Las cifras son la mejor representación de este fenómeno al que algunas organizaciones, como la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), se refieren también como “la burbuja del emprendimiento”. Si te fijas en el gráfico, verás que la rotación en el sistema es muy alta desde que empezó la crisis.
A partir de 2009, el número de bajas de autónomos a la Seguridad Social superó al de las altas, dejando un saldo negativo. Era el comienzo de la crisis y muchos negocios tuvieron que echar el cierre forzosamente.
En septiembre de 2013, la aprobación de la tarifa plana motivó un nuevo repunte de altas. El problema es que, desde entonces, también se han multiplicado las bajas. De hecho, en los últimos tres años, hasta 2016, el crecimiento neto de autónomos ha sido de solo 157.731.
Otro dato significativo que muestra esa tendencia del falso emprendedor es la antigüedad de los trabajadores por cuenta propia. Los pequeños empresarios con una experiencia superior a los 5 años se han mantenido prácticamente estables desde 2008, con un porcentaje del 55%. Mientras tanto, los autónomos que están dados de alta menos de un año han aumentado un 5% y los que llevan entre 1 y 3 años han descendido un 6%.
Las consecuencias de la tarifa plana
Después de analizar estas estadísticas se pueden extraer varias lecturas. La primera es que efectivamente la tarifa plana ha motivado la figura del falso emprendedor. Pero esa no es la más importante. Las principales conclusiones son estas dos:
- La tarifa plana fomenta nuevas altas en el autoempleo, pero no ayuda a que los negocios se mantengan. En definitiva, hacen falta medidas de consolidación de empresas. Sobre todo, teniendo en cuenta que los negocios más experimentados son también los más capaces de crear riqueza y puestos de empleo.
- Las actuales cuotas a la Seguridad Social de los autónomos, que este año además vuelven a subir, son un freno para emprender cualquier negocio. En este sentido, la tarifa plana actúa solo como un parche durante los primeros meses que ayuda, pero que no resuelve el problema. Una solución eficaz sería poner en marcha la tan reclamada cuota progresiva para que paguemos en función de los ingresos que obtengamos. ¿La conseguiremos algún día?