La financiación de pymes y autónomos: el gran tema de debate de las últimas jornadas y uno de los grandes quebraderos que cabeza del Ejecutivo, que hace escasos días dio un toque de atención a la banca exigiendo a las entidades financieras “estar a la altura de las circunstancias” ante la noticia de que apenas 3 de cada 10 pymes que solicitaban un crédito conseguían hacerlo efectivo.
A este problema se suman los datos publicados ayer por el Banco Central Europeo, correspondientes al mes de abril, en los que se alertaba de que las pymes que solicitan préstamos inferiores a un millón de euros pagan más del doble por el crédito que las entidades, generalmente grandes empresas, que firman por importes superiores a ésta cuantía. Así, el coste medio de un préstamo menor se situaba en el 5,36%, mientras que los grandes préstamos pagaron el 2,62%.
Pero una cosa es lo que dice el BCE y otra la realidad de los autónomos y micropymes, donde la situación es mucho más sangrante. Porque si nos fijamos en los productos financieros que realmente demandan autónomos y pequeños emprendedores, nos encontramos, según nuestra propia experiencia y la de nuestra comunidad de usuarios, con que los préstamos de entre 20.000 y 30.000 euros se someten a un tipo de interés nominal que puede ir del 9% por ciento como mínimo, hasta la friolera del 14%.
De otro lado, las pólizas de crédito por importes similares o menores soportan tipos de interés que superan el 10% en muchos casos. Y ésto, sin contar con otros costes asociados, como las comisiones por apertura o cancelación, que hacen que el precio final a pagar por la financiación se eleve aún más.
Los motivos, según Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia, en declaraciones recogidas por El País, se reducen al sistema de garantías. De esta forma, se supone que las grandes empresas ofrecen menores riesgos para las entidades bancarias a someterse a auditorías más exhaustivas, frente a autónomos y pymes, que cuentan con menos garantía para respaldar el crédito.
Esta situación está provocando una gran brecha de acceso al crédito no sólo entre las empresas españolas y las entidades de gran parte de Europa (recodemos que en España, y según los ’Cuadernos de Información Económica’ editados por Funcas, las pymes pagan por su financiación un 35% más que la media de los países de la zona euro), sino en el propio tejido empresarial español. Algo incomprensible en una economía conformada en más de un 90% por pequeñas empresas que, a su vez, son generadoras de más del 70% de los puestos de trabajo.
Por ello, se hace vital el desarrollo de nuevas políticas que incentiven tanto la colaboración de las entidades bancarias con organismos públicos como el Instituto de Crédito Oficial, cuyas líneas de financiación “no están funcionando tan bien como deberían” según el propio jefe del Ejecutivo, como un cambio en el sistema de garantías existente hoy día en es sistema bancario, capaz de desbloquear el crédito para que éste llegue de forma efectiva a los colectivos capaces de generar riqueza y empleo.
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