Noticias como el escándalo de Gowex me indignan y cabrean y me llevan a escribir este post en el que quiero lanzar una reflexión sobre la manera de hacer negocios en España y la necesidad de transformar el tejido empresarial desde planteamientos básicos de ética empresarial y de responsabilidad social empresarial. En definitiva, la necesidad de que impulsemos un sistema económico más humano y comprometido con su entorno.
En primer lugar quiero destacar que el caso Gowex es el de una oveja negra que no tiene nada que ver con todos esos miles de emprendedores y autónomos que están luchando honesta y duramente cada día por sacar adelante sus startups, implantando innovaciones que contribuyan a mejorar nuestra sociedad y la competitividad de nuestra economía. Al contrario, el caso Gowex es un caso que puede llegar a perjudicarles, dependiendo de cómo afecte en el futuro a la organización del ecosistema emprendedor español.
No ha pasado mucho tiempo desde la vergonzosa caída de Díaz Ferrán y el grupo Marsans, un caso increíble de un hombre que era nada más y menos que presidente de la CEOE, un caso tan grave que yo pensaba que sería aleccionador.
Y ahora asistimos a la caída de una de las startups de referencia en España, que había alcanzado una considerable proyección y presencia internacional. Y nos enteramos de que era un gran fraude fruto de la codicia desmedida y es que resulta que la famosa Gowex, reina del wifi libre, era una startup piramidal que desde hace cuatro años venía inflando y falseando sus cifras de ventas y su contabilidad para captar inversores incautos, sin que nadie hubiera detectado nada, lo cual es especialmente grave al cotizar en el MAB. ¡increíble pero cierto!.
Una empresa con premios nacionales y europeos (el último el Premio nacional de Marketing 2014 hace sólo un mes y ahora retirado), más de 20 millones de apoyo público en forma de créditos blandos, una de las niñas bonitas del sector tecnológico español.
Tenemos que ser conscientes del daño que un caso así hace a la marca España, al mercado alternativo bursátil (MAB) y al ecosistema emprendedor y de las startups en nuestro país. Una muy mala noticia, desde luego.
En fin, una nueva burbuja que estalla, un nuevo pelotazo que revienta, eso es lo tenemos delante. Gowex contaba con unos 10 años de vida, es decir, se gestó en la época de las burbujas españolas y en la que el dinero fácil propició el despegue del individualismo más desmedido y la falta de escrúpulos en los negocios.
Es relativamente habitual que una startup fracase, aquí o en cualquier país, forma parte del juego de la innovación. Y todos sabemos del peligro de las startups sin modelo de negocio sólido que tratan de sobrevivir a base de nuevas rondas de financiación. Pero lo que no se justifica en ningún caso es el uso de prácticas fraudulentas para alargar la vida del negocio y seguir captando financiación. Algo tendremos que aprender para que no vuelva a ocurrir.
Espero que al menos este caso sirva de ejemplo para reforzar el convencimiento general de que España necesita otra forma de hacer negocios, de hacer empresas y de que ha llegado el momento de tomarse esto muy en serio y adoptar las medidas necesarias a todos los niveles (Administración, asociaciones empresariales, reguladores bursátiles, etc.) porque es la única manera de salir de la crisis. De lo contrario seremos un país de chirigota y burbujas.
Imagen | Gowex