A nadie se le ocurre ir a comprar al supermercado sin un céntimo en el bolsillo. De hecho, la situación resultaría incluso cómica. Sin embargo, cuando se trata de contratar los servicios de un autónomo o pyme, las cosas cambian. Hay quiénes aceptan el presupuesto y se benefician de un trabajo que, llegado el momento, no están dispuestos a pagar. La morosidad es uno de los grandes problemas que azota a las empresas españolas.
Tal y como os contamos en este otro post, los autónomos tardan a cobrar las facturas procedentes de la Administración una media de 93 días, frente a los 30 que marca la ley, y de 85 días cuando se trata del sector privado, pese a que el límite legal es de 60. En otros casos, por desgracia, el cobro no llega nunca.
Si eres emprendedor, sabrás bien lo que esto supone: un desfase de liquidez y tesorería, que puede llegar a acabar con el negocio. Para evitarlo, os aconsejamos seguir siempre estas recomendaciones que os ayudarán a luchar contra la morosidad y a reclamar lo que os corresponde.
Evita los impagos
Dice el refrán que “más vale prevenir que curar”. Si no quieres encontrarte con problemas a la hora de cobrar, debes tomar algunas precauciones antes de aceptar un encargo.
En primer lugar, elige bien con quién trabajas. No todos los proyectos te convienen y, a veces, decir no a un cliente es una salvación. En el caso de que el trabajo sí sea interesante y la cuantía económica tan grande que pueda hacer a tu negocio tambalearse si se produce impago, investiga a la empresa en cuestión. Una buena opción es contar con un especialista que elabore un informe de riesgo y solvencia. En e-Informa puedes contratarlo online de forma gratuita.
Otro de los aspectos fundamentales para luchar contra la morosidad es el presupuesto. En él debes detallar muy bien qué incluye el trabajo y cuáles son las condiciones de pago. Este documento será clave para reclamar una factura impagada. Además, ten en cuenta que está en tus manos decidir cómo quieres cobrar el encargo. Lo mejor es que exijas un porcentaje por anticipado, de modo que, al menos, recibas una parte de la cuantía en tiempo y forma.
Y, por último, sé organizado: factura rápido y controla los plazos de pago. A veces, parte del problema radica en nosotros mismos, que no prestamos atención a estas cuestiones hasta que es demasiado tarde y nos afectan de lleno.
Reclama las facturas impagadas de forma amistosa
Volvemos a un refrán: “Hablando se entiende la gente”. En ocasiones nos precipitamos y tendemos a pensar mal, cuando es posible que el retraso en el pago se deba simplemente a una confusión.
Antes de nada, comprueba que el error no viene por tu parte. Asegúrate que hiciste llegar la factura y revisa bien en tu cuenta bancaria si has recibido el pago. Una vez que tengas esto claro, habla con el cliente. Puedes llamarlo o quedar con él, pero en cualquier caso es conveniente que quede constancia por escrito de tu reclamación.
Si, pasado el plazo acordado con él, sigues sin recibir el dinero, insiste… y vuelve a insistir. Envía cartas certificadas o burofax para que, en caso de tener que optar por la vía judicial, dispongas de suficientes pruebas.
Toma medidas legales
Pero ¿qué pasa cuando todo lo anterior falla? Existen otros mecanismos para exigir el cobro, aunque solo debes recurrir a ellos en último lugar. Es decir, que solo son alternativas válidas cuando la suma de la deuda es elevada.
Si es tu caso, puedes optar por las compañías especializadas en impagos que, aunque no son baratas, te permitirán minimizar las pérdidas. También puedes recurrir a un abogado y abrir un proceso judicial.
No obstante, estas opciones cuestan tiempo y dinero, así que es importante que antes de dar este paso intentes ponerle solución al problema por los otros medios.