Nuestra forma de consumir está cambiando. Hasta hace bien poco, cada vez que necesitábamos algo lo comprábamos sin ni siquiera tener en cuenta el uso que íbamos a darle. Equipos de esquí, trajes de buceo, taladros, sierras, bicicletas estáticas, pesas… Todos guardamos en casa algunos de estos objetos acumulando polvo en el armario. Sin embargo, el férreo concepto que teníamos de la propiedad está empezando a cambiar gracias al auge de la economía colaborativa. O lo que es lo mismo, un nuevo modelo de consumo que se basa en compartir, en lugar de poseer.
Técnicamente, ese intercambio entre miembros de una comunidad no es nada nuevo. Nuestros antepasados ya lo hacían. La diferencia ahora es que el uso masivo de los canales digitales facilita el contacto con otros usuarios y amplía el horizonte exponencialmente. Si a esto le sumamos que la crisis económica ha disminuido la capacidad de gasto y aumentado la concienciación sobre el consumo, el escenario para que triunfe la economía colaborativa es perfecto. Por no hablar de la la creciente importancia del crowdfunding en la financiación de proyectos.
Un futuro prometedor
En 2015 este modelo económico experimentó un gran crecimiento en todo el mundo, aunque su verdadera expansión todavía está por llegar. Según la consultora PricewaterhouseCoopers, en 2025 las actividades derivadas de la economía colaborativa supondrán unos ingresos de 335.000 millones de dólares.
Para que nos hagamos una idea más aproximada, hoy en día ya hay un 53% de españoles dispuestos a compartir bienes en un contexto de consumo colaborativo. Este porcentaje, 9 puntos por encima de la media europea (44%), es todavía superior en países en los que la crisis ha afectado con más fuerza. Por ejemplo, en Portugal es del 60% y en Grecia de un 61%, tal y como indican los datos de la firma de estudios de mercado Nielsen.
El emprendimiento colaborativo
Este análisis tan prometedor abre la puerta a nuevas formas de emprendimiento. De hecho, las empresas relacionadas con la economía colaborativa serán una de las tendencias de negocio que más crezcan a lo largo de 2016.
Hay que tener en cuenta que casi cualquier sector es susceptible de participar en esta forma consumo. Ejemplos de éxito ya conocemos muchos. Pensemos en Blablacar, la aplicación para compartir coche, Airbnb, destinada al alojamiento, o Wallapop, un mercadillo de venta e intercambio de productos.
Existen miles de ‘start-up’ de todas las áreas que han decidido hacer negocio acogiéndose a esta revolución. Además, algunas ya se basan en el ámbito B2B, es decir, entre empresas, promoviendo alquileres de maquinaria, transporte compartido o préstamos económicos.
Sin embargo, todavía hay trabas en el camino debido a la falta de regulación. Las compañías tradicionales ven en este nuevo modelo una amenaza o una forma de competencia desleal, lo que ha desatado la polémica en empresas como Uber o Airbnb. En este sentido, la Comisión Europea se ha comprometido a establecer una agenda en materia de economía colaborativa este año, que analice las posibles lagunas legales y dé orientaciones acerca de la aplicación del Derecho de la UE.
La revolución del consumo
En cualquier caso, está claro que la economía colaborativa ha llegado para quedarse y, con suerte, para ayudarnos a hacer un mundo más eficiente. Los datos indican que falta nos hace. Se calcula que los coches en propiedad pasan el 95% de su vida útil parados, la FAO denuncia que cada año desperdiciamos 1300 millones de toneladas de comida, perdemos horas de nuestra vida buscando aparcamiento… ¿Y si emprendemos para facilitar la equidad? La revolución en la forma de consumir y de hacer negocios está servida.