Las mujeres emprendedoras que decidimos lanzarnos a la aventura empresarial continuamos siendo una minoría. A finales de 2015, solo había en España un 34,6% de trabajadoras autónomas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. De hecho, Asturias y Galicia eran las únicas regiones que superaban el 40% de emprendedoras. Pero lamentablemente la situación española no es un caso aislado. En general, los negocios y todo lo vinculado a ellos siguen estando dominados por hombres en cualquier parte del mundo. Una brecha de género que favorece los comportamientos machistas y nos margina de aspectos tan importantes para el emprendimiento como la financiación.
Un estudio del National Women’s Business Council publicado en 2014 confirmaba que las mujeres ponemos en marcha nuestra empresa con un 50% menos de capital que ellos. Esa dificultad para acceder a la financiación se debe en parte a los avales necesarios, pero también a la desigualdad de género. La mayoría de inversores son hombres, que prefieren confiar su dinero a otros varones. Además, la responsabilidad de la vida familiar recae todavía en muchos casos sobre la mujer, algo que lastra sus posibilidades de hacer networking y conocer a colaboradores interesados en financiar su proyectos.
Algo está cambiando
A pesar del dramático techo de cristal, en los últimos años empiezan a observarse avances que, muy poco a poco, van destruyendo los obstáculos en la financiación. Un artículo de Forbes señala que en Estados Unidos 1 de 4 business angels son mujeres. La cifra no es como para tirar cohetes, pero cuando la comparamos con la de hace una década apreciamos que por fin algo está cambiando. Y es que, en estos años, el porcentaje se ha incrementado en un 318%.
Una mayor presencia femenina en las principales vías de inversión empresarial es fundamental para destruir las desigualdades que encontramos las emprendedoras en este ámbito. Digamos que el incremento de mujeres business angels fomenta la financiación de proyectos femeninos y, a su vez, hace crecer el número de inversoras.
Otra de las buenas noticias es que el mundo digital nos está ayudando a destruir esa desigualdad de género. Accenture afirma en un estudio que las mujeres aprovechamos mejor que los hombres la red para ser más productivas, potenciar nuestra carrera profesional y lograr un mayor equilibrio entre el trabajo y la familia. En este sentido, la compañía asegura que si los gobiernos potencian las competencias digitales en el ámbito femenino, la igualdad podría conseguirse en la mitad del tiempo previsto actualmente, lo que supone un plazo de 25 años.
Una prueba de cómo nosotras sacamos partido de internet a la hora de emprender es el crowdfunding. Ante las dificultades de financiación con las que solemos toparnos por las vías tradicionales, muchas han acudido a estas plataformas para conseguir apoyo económico. Y los resultados son sorprendentes. La tasa de éxito de las mujeres es del 70%, mientras que la de los hombres se sitúa en el 61%, aunque los objetivos sean igual de ambiciosos, tal y como afirma Kickstarter.
¿De qué ayudas podemos beneficiarnos las mujeres emprendedoras?
En el ámbito público, nosotras sí podemos beneficiarnos de lo que se denomina “discriminación positiva”. Es decir, medidas que nos favorecen a nosotras con el fin de aliviar esas dificultades que nos afectan simplemente por el hecho de ser mujeres. En este sentido, la tarifa plana incluye una bonificación del 30% sobre la cuota durante como máximo 30 meses. Además, el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la Mujer, el Fondo Social Europeo y las distintas comunidades autónomas promueven de forma periódica subvenciones para el emprendimiento con unas condiciones especiales para las mujeres.