Salir temprano y llegar al atardecer; tener reuniones que se alargan de forma indeterminada o pasar días fuera de casa por un viaje de negocios. A veces, es inevitable que estas obligaciones formen parte del guion laboral. Obligaciones que dejan muy poco espacio a la vida en familia y que, en ocasiones, hacen pensar en el trabajo o en el cuidado de los hijos casi como una disyuntiva. Si sois mujeres, muchas ya sabréis de lo que hablo. Para nosotras, la conciliación es uno de los principales obstáculos a la hora de avanzar profesionalmente. Pero no es el único. A lo largo de nuestra carrera, las mujeres tropezamos con otras muchas barreras invisibles que dificultan el progreso. Es lo que se conoce metafóricamente como el “techo de cristal”.
Solo 3 de cada 100 cien grandes compañías de la Unión Europea cuentan con una mujer como consejera delegada. En el siglo XXI, las altas esferas empresariales continúan estando ocupadas por hombres, mientras las mujeres observamos desde abajo a través de ese techo de cristal. Pero, ¿a qué se debe la desigualdad? Como decía, el tic tac del reloj biológico es la causa fundamental. Habitualmente, el salto profesional coincide con el momento en el que nos planteamos tener hijos. Y, todavía hoy, se nos considera como las principales responsables de criarlos. Hay que tener en cuenta que esta no es únicamente una imposición social, sino que muchas madres lo han asimilado así.
Más allá de la conciliación laboral y familiar, hay obstáculos que nacen desde nosotras mismas, como la falta de confianza o la inseguridad. También hay otras barreras externas, como el machismo, que se presenta en forma de sueldos más bajos por realizar el mismo trabajo o en el veto de la empresa para ascender a puestos de mayor responsabilidad.
Rompiendo el techo
A pesar de que todavía queda mucho camino por recorrer, en los últimos años se observan grandes avances, sobre todo en el autoempleo femenino, una modalidad que da muchas oportunidades para progresar profesionalmente. Según ATA, en España hay un 35,2% de autónomas, frente al 31,5% de media de la Unión Europea. En total, 1.100.000 mujeres trabajan por cuenta propia, con lo que ya se han recuperado prácticamente los niveles anteriores a la crisis.
Cada vez somos más las emprendedoras, pero la tasa es baja si la comparamos con el número de hombres. Solo 3 de cada 10 autónomos somos mujeres. Para incrementar estas cifras necesitamos apoyo y confianza. El primer paso, sin duda, es sentirnos capaces de romper el techo de cristal que pesa sobre nuestras cabezas.