Aún reciente el Día del Trabajo, hay que hacer una mención especial a los autónomos, el submundo de la economía. Si Forges nos dibujó con una nube sobre la cabeza mientras afuera brillaba el sol, es por algo. Y no es que no le pongamos empeño en salir de la tormenta. Es que la lluvia que viene de arriba siempre acaba cayendo sobre los mismos. Así que, con tanta penuria impuesta, hemos acabado enfrentándonos al mundo con un estilo de vida particular: la vida ‘freelance’ que se sustenta sobre 11 grandes verdades. Si eres autónomo ya debes saber cuáles son, ¿no?
- Has pasado de vivir en la pobreza a ser rico en un solo día. Bueno, tampoco nos emocionemos. Digamos que tu cuenta bancaria puede haber cambiado los números rojos por una cantidad de más de cuatro cifras en menos de lo que canta un gallo. Y todo gracias (sí, GRACIAS) a las facturas atrasadas, que llegan a tu tarjeta de crédito cuando menos te lo esperas para devolverte la felicidad.
- Crees que tener horarios está sobrevalorado. Al igual que los fines de semana, las vacaciones de Navidad, las de Semana Santa y, por qué no, las de verano. Te gusta pensar que no eres esclavo del reloj, solo un espíritu libre que adora trabajar cuando los demás descansan.
- Tienes un sexto sentido: hueles los impagos. Y, además, si hace tiempo que vives la vida ‘freelance’ has aprendido a detectar a los clientes tóxicos con una sola llamada de teléfono.
- No eres Dios, pero de algún modo puedes hacer lo imposible. O, al menos, eso es lo que creen tus clientes. ¿A quién no le han pedido una cosa y la contraria en la misma frase? ¿Cuántos proyectos para antes de ayer tienes en tu colección? Cuando uno es autónomo, sabe bien que los límites de lo imposible se difuminan.
- Temes a Hacienda por encima de todas las cosas. Da igual que tengas todos los pagos en orden y que seas alguien legal. Una notificación o una inspección de la Agencia Tributaria te pone los pelos de punta. Nunca se sabe qué puedes haber hecho mal sin ni siquiera saberlo. Además, no dejas de leer y escuchar historias de terror de otros empresarios que dan alas a tu ‘Haciendafobia’.
- A menudo has deseado que el mundo se acabase o paralizase antes del cierre trimestral de la contabilidad. Abril, julio, octubre y enero son meses que no deberían existir en el calendario ‘freelance’. Eso sí, las veces que los superas sin echar por tierra tus objetivos te sientes como un auténtico superhéroe. Y, realmente, lo eres.
- Tachar tareas te da la felicidad. Es más, aunque te cueste, tienes que reconocer que más de una vez has incluido trabajos ya terminados en tu lista tan solo por el mero placer de eliminarlos después.
- Internet es tu mejor amigo. Y todos los ‘cacharritos’ que funcionan gracias a él también. Si se estropean el ordenador, la ‘tablet’ o el móvil, tu mundo se hunde. Si te quedas sin conexión… prefieres no pensar que exista la remota posibilidad de que algo así pueda ocurrir.
- Estás empezando a valorar lo de comprar pijamas de trabajo. Si tienes la oficina en casa, te habrás propuesto en innumerables ocasiones vestirte y ponerte los zapatos antes de empezar la jornada laboral por las mañanas, pero jamás lo habrás hecho. Ahora te preguntas si puede ser una buena opción comprar “pijamas de oficina” para enfrentarte al día con otro ánimo.
- Te encanta quejarte de ser autónomo. Y tienes muchos motivos para hacerlo: la cuota mensual a la Seguridad Social, los impuestos trimestrales, unos derechos laborales bastante reducidos…
- Pero, a pesar de todo, no dejarías de ser ‘freelance’ por nada del mundo. Quieres, corrijo, necesitas que la situación mejore, que los autónomos salgan del submundo y vean algo de luz. Sin embargo, lo tuyo es trabajar por cuenta propia. Ser emprendedor te lleva de cabeza, pero también te da la vida.