¿Has pasado alguna noche en vela pensando en ese proyecto que todavía no has terminado? No eres el único. Por lo general, solemos recordar con más facilidad las tareas pendientes que aquellas a las que ya hemos puesto punto final. De hecho, está comprobado científicamente que cuando dejamos algo inconcluso se queda vagando en nuestra mente provocándonos cierta sensación de agobio y de estrés. Es lo que se conoce como Efecto Zeigarnik.
Piensa por un momento en los camareros de un restaurante. ¿Te has dado cuenta cómo son capaces de recordar fácilmente todos los pedidos? Sin embargo, es muy probable que olviden cuáles son los platos que acaban de entregar. En 1927, a la psicóloga Bluma Zeigarnik este comportamiento le sorprendió tanto que decidió estudiarlo. Para eso, reunió a un grupo de personas que debían realizar una serie de tareas sucesivas. Antes de que pudiesen acabarlas, la mitad de esas actividades se interrumpían. Como resultado, quedó patente que los participantes podían recordar en un alto porcentaje las tareas todavía abiertas, pero no las que sí habían finalizado.
¿Cómo afecta a tu trabajo el Efecto Zeigarnik?
El hecho de estar pensando constantemente en todo el trabajo que te queda por hacer puede convertirse en un lastre para tu productividad. Por un lado porque te impide concentrarte plenamente en el proyecto que estás realizando en ese momento. Y, por otro lado, porque ese comportamiento supone una sobrecarga para tu cerebro. Es como cuando olvidas cerrar las aplicaciones en el móvil y acabas consumiendo más recursos de los necesarios.
No obstante, el Efecto Zeigarnik también tiene una parte muy positiva: nos motiva a acabar las tareas. Se trata simplemente de conocer cómo se comporta tu cerebro y comenzar a utilizarlo a tu favor. Estos son algunos consejos para trabajar de forma más eficiente:
- Crea listas de tareas. Si anotas los trabajos pendientes, no tendrás que pensar tanto en ellos para recordarlos. Además, al planificar las actividades, conseguirás centrarte únicamente en tus objetivos para ese día, evitando el agobio de lo que está por venir en el futuro. ¡Ah! Y no te olvides de tachar las tareas conforme las acabes. Ver lo que ya has conseguido te motivará para continuar.
- Prémiate cuando logres tus objetivos. Proponte pequeñas metas y date algún capricho cuando las alcances. Eso te ayudará a valorar y tener más presente lo que ya has conseguido que lo que todavía tienes por hacer.
- Evita la procrastinación. O lo que es lo mismo, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, incluso en este instante. Si tienes alguna tarea corta, como responder a un correo electrónico, hazla en el momento y olvídate.
- Divide los grandes proyectos en tareas más pequeñas. Así alcanzarás la meta todos los días y mantendrás el interés por el trabajo. Lo mejor del Efecto Zeigarnik es que nos impulsa a acabar las actividades, siempre y cuando el objetivo sea realista. De hecho, en otro estudio sobre este comportamiento se pidió a los participantes que realizaran un rompecabezas. Cuando estaban a punto de terminarlo, los organizadores les dijeron que el estudio había acabado y no tenían que continuar. ¿El resultado? Un 90% de los asistentes prefirió quedarse hasta terminar el rompecabezas.
Estas son solo algunas ideas para potenciar la productividad en el trabajo, pero es cierto que no hay recetas universales. Lo más importante es saber cómo actúa tu mente y, a partir de ahí, aprovechar el Efecto Zeigarnik para conseguir tus objetivos. Por ejemplo, si trabajas en publicidad o eres diseñador, a veces puede ayudarte dejar una tarea abierta. De este modo, continuarás pensando en ella en un segundo plano y podrás encontrar soluciones alternativas. Es decir, que mirándolo de otra forma, este comportamiento también puede ser un impulso para la creatividad.