“Bajad la cuota de autónomos para que podamos sacar adelante nuestros negocios“. Si a día de hoy preguntases a cualquier autónomo por un deseo para el año que acabamos de estrenar, probablemente esta sería la respuesta de forma casi unánime. De hecho, este es precisamente el nombre de una campaña iniciada en Change.org (una de las tantas iniciativas que pululan por la red) y que una de nuestras lectoras compartió ayer en nuestro perfil de Facebook.
“Soy autónoma y desde que comencé mi andadura por el complicado mundo del auto empleo me he encontrado con multitud de dificultades […] Una vez asimilado que este proyecto lo vamos a sacar solos y sin ayuda gubernamental, viene la segunda parte, y es la altísima cuota que debo pagar cada mes, sólo por el hecho de ser autónoma”
Así comienza una petición que trasciende este caso individual para convertirse en el sentir generalizado de los autónomos en España: el de invertir todo lo que se gana como autónomo en seguir siendo autónomo. Y ya sabemos que el de los autónomos es un sector tan heterogéneo como poco cohesionado…
Un sector, un colectivo, una amalgama de profesionales, trabajadores independientes, freelancers o como gusten llamarse que, pese a las diferencias abismales que les separan, están unidos por un lazo mucho más estrecho del que piensan: las dificultades de salir adelante día a día. Y unir a toda esta gente, tan diferente, en un mismo sentir es toda una hazaña.. ¡Bravo!
De hecho, hasta hace bien poco, los autónomos han sido una suerte de “parias” en nuestro país: vilipendiados por las diferentes administraciones y gobiernos, desprotegidos en aspectos tan básicos en un Estado de Derecho como las protecciones sociales básicas…
Y digo hasta hace bien poco por no seguir diciendo “en la actualidad”, ya que parece que, en un contexto laboral incapaz de digerir la actual demanda de empleo, “hacerse autónomo” o “ser emprendedor” ha sido para muchos la tabla de salvación (o la tabla de la desesperación) “gracias” a las iniciativas y baterías de medidas que el Ejecutivo ha puesto en funcionamiento en los últimos años (Paro de los autónomos, Ley de Emprendedores, IVA de Caja…) promoviendo y alentando el emprendimiento en España como si de la panacea se tratara.
Vamos que, después de años en el olvido, ahora “ser autónomo mola”. Emprender está de moda y la apuesta por los autónomos y pequeñas empresas como motor del crecimiento económico y de la creación de empleo es cada vez una tendencia más extendida. Y ahora, ironías aparte, razón no les falta: autónomos y pequeñas empresas conforman más del 90% del tejido empresarial español y crean el 70% de los puestos de trabajo.
Y ahora, después de esta fiebre emprendedora, pongamos los pies en la tierra y veamos qué es lo que está pasando con el autónomo de a pié, el que se enfrenta día a día a dificultades que vienen de todos los frentes: la inestabilidad e incertidumbre que, por naturaleza, trae aparejada la actividad por cuenta propia, las dificultades económicas que golpean a todos los sectores si apenas hacer distinciones: caída del consumo, desconfianza y miedo en los mercados…
Y la cosa no acaba ahí: el bloqueo del crédito (por parte tanto de entidades públicas como privadas), la altísima presión fiscal a la que están sometidos los autónomos o las obligaciones y trabas burocráticas y administrativas que hacen sudar la gota gorda al más puesto en la materia.
Y como colofón… la (dichosa) cuota de autónomos. Aquella que tantos quebraderos de cabeza (y de bolsillo) trae a quienes trabajan por su cuenta y que ha hecho correr ríos de tinta sobre su conveniencia y la necesidad de replantear la cotización a la Seguridad Social desde cero.
Comparaciones odiosas: la cuota de autónomos en España vs resto de Europa
Y es que, a día de hoy, la cuota de autónomos es un gasto fijo para cualquier profesional por cuenta ajena, facture o no. Su abono se lleva a cabo a mes corriente y el retraso en su pago conlleva una penalización del 20% (más intereses). Pero lo más interesante es ¿cuánto se paga de autónomo en 2015? Pues cotizando por el mínimo (que es lo que la mayoría hace, sacrificando de esta forma su prestación por jubilación si es que llega a cumplir los requisitos para obtenerla), la cuota de autónomos a la Seguridad Social se eleva a 264,44 euros mensuales. Eso los autónomos con una actividad por cuenta propia, ya que si éstos deciden constituirse como sociedad mercantil deberán abonar 315,97 euros al mes.
Y como en España una de las cosas que más nos gusta es compararnos, hagámoslo. Recogiendo de nuevo algunos de los datos que podemos ver en la citada petición de Change.org, las cosas por Europa funcionan de la siguiente forma:
- “REINO UNIDO: Cuota fija: 13 / 58 euros.Sin declaraciones trimestrales de IVA. Se paga al final del ciclo fiscal dependiendo de las ganancias.
- HOLANDA: Cuota: 50 euros anuales. Hay que pagarse un seguro médico (100 euros mensuales)
- FRANCIA: Las cuotas dependen de la profesión y las ganancias. El primer año no se paga nada. El autónomo tienen derecho a asistencia sanitaria, jubilación, incapacidad temporal y pensiones de viudedad e invalidez.
- ALEMANIA: Cuota de 140 euros siempre que se superen los 1.700 euros limpios de ingresos al mes. Hay que pagar un seguro médico (entre 150 y 200 euros).
- ITALIA: Solo se paga en función de las ganancias (el 20%).”
Si bien es cierto que son muchos los autónomos que se han acogido a la Tarifa Plana de 50 euros al mes durante los 6 primero meses, recordemos que se trata de una bonificación sólo para nuevos autónomos o que no hayan estado dados de alta en el RETA en los últimos 5 años, que no tengan una sociedad, que no contraten trabajadores (aunque puede que esto cambie en breve) y que no hayan disfrutado nunca de una bonificación a la cuota de autónomos, aunque haya sido hace más de 5 años.
Además, la “juventud” de la Tarifa Plana nos impide conocer su verdadera efectividad ya que, si bien es cierto que más de 290.000 autónomos (según datos del Ministerio de Empleo en el mes de octubre) se han beneficiado de ésta, habrá que esperar a ver qué ocurre cuando se empiecen a ejecutar las primeras bonificaciones y aquellos que se lanzaron alegremente por la senda del emprendimiento no puedan hacer frente a los pagos.
Quizá, una de las soluciones más razonables que suscribimos desde Infoautónomos es la de cotizar en función de los ingresos obtenidos. Una propuesta que conlleva una cierta complicación burocrática y administrativa y que, probablemente, generará gran incertidumbre en las arcas del Estado, pero que no es tan descabellada como parece, ya que hace apenas un par de años la propuesta estaba sobre la mesa (o eso decían).
Y así, grosso modo, podemos decir que para el caso de un freelance “mileurista” (por poner un ejemplo de los muchos que circulan por la red) las cuentas no salen: cotizando por el mínimo sin ninguna bonificación ya se va un 25% de lo ganado, a lo que hay que descontar siempre el IVA que hay que adelantar a Hacienda cada tres meses se hayan cobrado o no las facturas (para más información ver aquí la ineficacia del IVA del Caja tal y como está ahora planteado), además de otros gastos como el gestor, alquileres, suministros y demás… Así que con las ganancias obtenidas, nuestro freelance puede comprar una bolsa de pipas e invertir el resto en seguir siendo autónomo.
¿Pero no habíamos quedado que los autónomos y las pequeñas empresas eran el futuro de la recuperación de la economía y el empleo? ¿Que era necesario incentivar el emprendimiento? Pues aquí algo falla y, llegados a este punto, parece que ser autónomo es lo peor que puedes desearle a nadie… Lo cual es un auténtico sinsentido, porque, citando por última vez el sentir general recogido en esta petición:
“Si realmente los autónomos somos los que crearemos empleo y ayudaremos a España a salir de la crisis, que alguien nos ayude a nosotros a sacar adelante nuestros proyectos”.