Durante los últimos años hemos asistido a una especie de “fiebre” del emprendimiento en España. De hecho, no es la primera vez que nos planteamos en este blog si “los emprendedores” son una simple burbuja, una moda pasajera o, por el contrario, se trata de algo más que una simple tendencia para convertirse en un modelo que marcará la realidad empresarial en nuestro país.
Sin embargo, el otro día, leyendo un artículo sobre la creación de empresas tecnológicas en España, se planteaba la siguiente cuestión: ¿la recuperación del empleo acabará con esta fiebre emprendedora? Aunque el artículo en concreto se centraba en el crecimiento exponencial de las empresas y startups de base tecnológica surgidas al calor del desarrollo de Internet y los nuevos dispositivos móviles, lo cierto es que desde el inicio de la crisis, la creación de nuevas microempresas se ha incrementando exponencialmente.
¿Los motivos? Muchos de ellos no están tan relacionados con las nuevas oportunidades de negocio, si no con el planteamiento del autoempleo como una alternativa a un mercado laboral que no puede dar respuesta a las necesidades de muchos profesionales y que deciden “ponerse por su cuenta” para poder desarrollar su actividad.
No obstante, y aunque los datos detectan un cambio de actitud en los españoles y según el Mapa del Emprendimiento en nuestro país se emprende por oportunidad (95%), no por necesidad, el “boom” del emprendimiento se ha traducido también en un incremento de la destrucción de empresas, muchas de las cuales apenas llegan a los dos años de vida debido a las dificultades que encuentran a la hora de consolidarse.
El reto actual no reside en crear una empresa o montar un negocio, para lo cual el Ejecutivo ya se ha encargado de comenzar a facilitar ciertos trámites y eliminar barreras, si no en que estas empresas de nueva creación sean capaces de perdurar en el tiempo y crecer de forma exitosa.
Mejora económica y recuperación del empleo
Por otro lado, y según recoge el post antes mencionado, los expertos advierten: la recuperación económica frenará la creación de startups. Aunque este es un tema complicado de tratar, ya que la situación particular y real que vive día a día cada autónomo o emprendedor es distinta (y no siempre positiva), muchos de los datos ofrecidos en los últimos meses indican una relativa mejora de la economía.
Y como toda mejora económica, esta vendrá acompañada de, esperemos, una recuperación del empleo y, por ende, de un nuevo abanico de posibilidades para todos esos profesionales “emprendedores por necesidad y no por oportunidad”.
Pese a ello, también hay quien asegura que aún queda margen de crecimiento para el emprendimiento . “Los españoles somos culturalmente adversos al riesgo y hemos llegado tarde al movimiento emprendedor. Sin embargo, la calidad de las ideas junto con la lentitud del mercado laboral están inculcando poco a poco el emprendimiento en la población activa”, asegura Pedro Moreno de los Ríos, profesor del ICEMD – ESIC.
Ahora queda preguntarse si, en el hipotético caso de que en el medio plazo se produjese una recuperación del empleo y la lucha contra el desempleo dejase de ser máxima prioridad para los diferentes gobiernos (nacional, regionales…) ¿Qué ocurriría con los emprendedores? Tanto con están decididos a continuar con su proyecto como los que escogen poner en marcha un negocio propio en vez de integrarse en una organización mayor.
Porque si algo es innegable es que, con mayor o menor fortuna, pymes y emprendedores han sido una de las grandes apuestas del Ejecutivo como motor del crecimiento económico y la creación de empleo o, directamente, como alternativa de autoempleo.
Prueba de ello son las diferentes medidas y normativas, más o menos acertadas, que se han puesto en marcha con el objetivo de incentivar el emprendimiento durante los últimos meses y que, al menos, intentan facilitar el día a día de aquellos que luchan por sacar adelante negocios y proyectos. Por lo que la verdadera amenaza para los emprendedores no se encuentra en una mejora del mercado laboral, si no en caer en el olvido al dejar de formar parte de las prioridades de los gobiernos.
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