Si hay dos indicadores contables que dan fe del grado de salud económica del que goza la actividad de autónomos y pymes esos son solvencia y liquidez; dos términos que, aunque estrechamente relacionados, no se refieren a lo mismo y entender así podría conducirte a errar en la toma de decisiones; por ello, te recomendamos la lectura de este post de la asesoría de Infoautónomos donde abordamos detalladamente la diferencia entre solvencia y liquidez y cómo se relacionan entre ellos. Te adelantamos que la variable tiempo es clave.
Además, si lo que necesitas es ampliar tu grado de conocimiento gestión contable y conocer otros términos protagonistas te recomendamos este mini glosario de contabilidad para pymes con más de 20 conceptos básicos.
Para afrontar los conceptos de solvencia y liquidez debemos partir de tres términos clave:
- Activo: Es el conjunto de bienes y derechos que pertenecen a la empresa. El activo se clasifica en activo fijo (bienes que no pueden convertirse en líquido a corto plazo) y activo circulante (aquellos bienes que a diferencia de los anteriores sí pueden convertirse en líquido a corto plazo).
- Pasivo: Es el conjunto de deudas y resto de obligaciones, habitualmente financieras, que contrae y soporta la empresa.
- Patrimonio Neto: Son todos aquellos elementos que constituyen la financiación propia de la empresa, y que se obtiene restando al conjunto de activos (bienes y derechos) los pasivos (las deudas u obligaciones).
Toda esta información aparece recogida en uno de los documentos fudamentales en la contabilidad de las empresas y al que inevitablemente recurriremos para conocer la situación económica de la empresa, su ratio de liquidez y solvencia: el balance de situación.
Qué es la solvencia
Es la capacidad del negocio para hacer frente a sus obligaciones de pago, es decir, a sus deudas con acreedores. La capacidad para liquidar estas deudas depende completamente de los activos. Debes saber que si tu empresa no cuenta con suficientes activos, compuestos habitualmente por efectivo, cuentas corrientes, derechos de cobro, bienes inmuebles, maquinaria…etc para sobrevivir a las deudas a largo plazo, el negocio no está siendo solvente.
Esta capacidad de pago se calcula mediante el ratio de solvencia que divide el valor total de los activos entre el valor total de los pasivos (deudas y obligaciones), sin incluir el Patrimonio Neto en la operación. Descubre en este artículo sobre el ratio de solvencia, los tres valores de referencia para determinar cuan positivo es el resultado del cálculo.
Qué es la liquidez
Si la solvencia tiene en cuenta el conjunto de activos, la liquidez atiende a aquellos ingresos que figuran en Caja o Tesorería. Por tanto, la liquidez es la capacidad de los activos para terminar siendo dinero, efectivo a corto plazo. Por tanto, queda fuera de esta liquidez los activos que tienen que ver con buena parte del activo fijo como propiedades inmobiliarias, bienes muebles, maquinaria, vehículos…
Cómo se relacionan solvencia y liquidez en la contabilidad de autónomos y pymes
Ambos conceptos están estrechamente relacionados entre sí. Liquidez casi siempre es sinónimo de solvencia pero solvencia no siempre es sinónimo de liquidez.
Imagina que tienes 50 clientes pendientes de pago. Dichos impagos suman un total de 10.000 euros, 10.000 euros que te faltan en caja. ¿Cuentas con liquidez para hacer frente al pago de tus proveedores y del IVA? Claramente no. Se trata de una situación muy común en el la Tesorería de autónomos y pymes. De hecho, conforme al último estudio de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de junio de este año, cuatro de cada diez autónomos tiene facturas impagadas y por tanto, problemas de liquidez.
Ahora bien, la falta de liquidez deja de ser un problema alarmante en caso de que la empresa no cuente con numerosos pasivos a los que hacer frente, algo muy poco o nada frecuente en la contabilidad de pymes.
Eso sí, lo verdaderamente preocupante y arriesgado, más que la falta de liquidez es la insolvencia. En este caso la empresa, ante su imposibilidad para hacer frente a las deudas a largo plazo, podría acabar en bancarrota.