Entre enero y octubre de 2015, 355.572 asalariados pidieron la baja laboral. Sin embargo, en ese mismo período, solo 10.362 autónomos la solicitaron y, en todos casos, por accidentes de gravedad. Con estos datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) parece que los trabajadores por cuenta propia estemos hechos de otra pasta. ¿Será verdad eso de que los autónomos enfermamos menos?
Lo cierto es que no somos superhéroes. Aunque todos los autónomos al corriente de los pagos de la Seguridad Social tenemos derecho a la baja laboral por incapacidad temporal, el subsidio no comienza hasta el cuarto día. Para poder cobrar desde el principio y una prestación mayor es imprescindible cotizar por accidente de trabajo y enfermedad profesional. Sin embargo, esto es de carácter voluntario, excepto para los autónomos económicamente dependientes (TRADE) y para los que tienen un elevado riesgo de siniestralidad.
Hoy en día, el número de personas que deciden cotizar por estas contingencias es realmente bajo. A finales de octubre del pasado año, se alcanzó el mínimo desde que existe este subsidio con tan solo 600.646 autónomos, tal y como indica la organización UPTA. Se calcula que durante los 10 primeros meses de 2015, los trabajadores con derecho a la prestación económica se redujeron un 3,8% respecto a diciembre de 2014.
¿Por qué son tan pocos los que deciden cotizar voluntariamente?
Existen numerosas razones para explicar este fenómeno. Para empezar, hay muy poca información sobre este tema. Muchos autónomos ni siquiera saben que es necesario cotizar por estas contingencias para poder beneficiarnos de la prestación por incapacidad temporal desde el principio. Además, la mayoría de los trabajadores por cuenta propia trabajan en soledad y una baja supone la paralización temporal del negocio. Esto implica que solo se solicite en casos extremos, cuando hay una imposibilidad total de desarrollar la actividad, al contrario que ocurre con los trabajadores asalariados.
Más allá del desconocimiento, hay que tener en cuenta que disponer de este derecho supone unos gastos extra cada mes. A la ya alta cuota mensual a la Seguridad Social habría que añadirle un porcentaje de aproximadamente el 2% sobre la base de cotización elegida. Una razón de peso para que muchos trabajadores por cuenta propia, con dificultades para salir adelante económicamente, opten por librarse de este coste.
Otro de los problemas es que la cuantía económica que se recibe en caso de sufrir incapacidad temporal acaba siendo en la mayoría de los casos muy baja. Esto se explica porque el importe a percibir va ligado a la base de cotización que tengamos como autónomos y no a nuestra facturación. Como lo más habitual es elegir la base mínima para que la cuota mensual no suba demasiado, el subsidio será también reducido.
En general, la prestación de la baja de los autónomos oscila entre el 60% y el 75% de la base de cotización, dependiendo del tipo de enfermedad o accidente que hayamos padecido y de los días de incapacidad. Pero, en cualquier caso, durante todo el período de baja es obligatorio seguir cotizando en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). De ahí, que la cuantía final que se percibe, eliminando estos gastos, quede tan solo entre 268 y 402 euros para la base mínima.
¿Merece la pena?
Aunque a veces se nos olvide, los autónomos también somos humanos y tenemos las mismas posibilidades de padecer enfermedades o accidentes que cualquiera. Si eso ocurre y paralizamos la actividad, nuestros ingresos también se frenarán. Pero, a pesar de ello, tendremos que seguir haciendo frente a gastos como el de la cuota mensual a la Seguridad Social o el alquiler.
En este sentido, es cierto que la prestación por la incapacidad temporal se queda corta, pero hay que tener en cuenta que se trata de una ayuda y no de sueldo. Si no hemos cotizado por ella, el pago será menor y lo recibiremos más tarde, pero los gastos serán los mismos y el dinero deberá salir de nuestro bolsillo. Por eso es tan importante ser conscientes de que el riesgo existe y garantizar nuestro futuro a través de estas contingencias o contratando un seguro privado específico.