Parece que la Ley de la oferta y la demanda es el modelo que ha regido hasta ahora el ámbito económico y de ventas, pero ¿es la única?. La inmediatez nos lleva a tomar decisiones que no siempre son las más acertadas para el medio y largo plazo. En el mundo de la empresa parecen estar cambiando los modelos y estrategias. ¿Es posible que esté en cuestión la ecuación de la oferta y la demanda en algunos ámbitos? El mercado es ahora social y eso es algo que no se puede soslayar.
Muchas profesiones, como el periodismo y el marketing, por poner un ejemplo, están cambiando y viéndose invadidas por esquemas abiertos en los que no es tan evidente que la intención de quien hace la publicidad sea mayor que el eco que esta produce socialmente en las redes.
Ese componente enriquecedor de que el cliente tome parte y acción en la propia estrategia del producto o servicio es algo que forma parte ya del proceso de globalización del diseño del producto/servicio y, cómo no, del plan de marketing. Este esquema ha venido para quedarse y bienvenido porque redundará en una mayor transparencia y mejora de los servicios..
No es tan evidente esta afirmación respecto a la competencia. En estos momentos encontrar un trabajo o conseguir un contrato de un cliente no es tarea fácil en determinados sectores. ¿Qué hacer entonces?
¿Bajar precios? ¿Invertir en publicidad? ¿Cuánto?
Puede que la solución, entonces, pase por el equilibrio competitivo. Me gustaron estas dos palabras que me surgieron en un curso. Aunque podemos extrapolarlo a cualquier forma de negocio, centrándonos en el mundo del autónomo, la estrategia del equilibrio competitivo se basa en desarrollar un plan integral e integrado que permita alinear todos los elementos de la estrategia competitiva, no sólo el precio, sino también el equipo, la formación, la publicidad, la calidad de servicio…etc., El autónomo es, sin duda, un gran vendedor que siempre ha sabido integrar estos elementos en sus artes de negociar para cerrar acuerdos y pedidos.
Por ello, es importante ser consciente de que la tentación de bajar precios tiene un límitey consecuencias que a medio-largo plazo nos puede pasar factura sobre la sostenibilidad de la empresa y nuestro modelo de negocio.
Lo mismo sucede si dejamos de invertir en publicidad por recortar gastos. La publicidad no es un gasto, es una necesidad. Si está bien hecha, el retorno en ventas de nuestras productos/servicios ha de verse reflejado en resultados.
Siguiendo la teoría del empobrecimiento sistémico, si a una gran masa le da por bajar precios, ello nos va a llevar a situaciones donde entre todos estamos contribuyendo a anular el mercado. Competir para mejorar está bien, competir para anular al otro puede ser una mala estrategia que anula los principios de la competencia sostenible y que te acabe anulando a ti mismo.
Claves para una competencia sostenible
Es pura sistémica y ocurre, como es bien sabido, en otros ámbitos, por lo que la necesidad de aplicar una competencia sostenible cobra cada día mayor fuerza. Aquí, algunas claves para lograrlo:
- Ten un sistema que evalúe la eficiencia de las tareas repetitivas de tu equipo y permita mejorarlo.
- Mantén actualizada las lista de tus competidores añadiendo una marca en aquellos con los que pueda haber sinergias de colaboración
- Recuerda que la tecnología avanza más rápido que tu capacidad de actualizarte. Alíate con profesionales especializados.
- Si tienes que elegir entre barato y mejor impacto social, no dudes por lo segundo por seguir a la competencia. Al final no siempre gana el más rápido.
- Fideliza y remunera todo lo que puedas a tus empleados que son clave en talento y resultados. Su valor tendrá mucha demanda en el futuro.
- Crea un clima que favorezca la innovación y mejora continua. Aunque no lo creas, los mejores resultados provienen de pequeñas iniciativas internas.
- Si tu actividad afecta al medio ambiente, no escatimes en costes para minimizar el impacto. Al final saldrás ganando.
- El servicio ya no lo es todo para el cliente. Todo es servicio.
- No rebajes costes en publicidad. Mejor optimiza la publicidad. Darse a conocer no es un gasto, es una inversión.
“Toda persona tiene un talento cuyo valor no tiene precio si se descubre”.