El paro es un motor para el emprendimiento. Si algo positivo ha tenido la crisis económica que vivimos en los últimos años es que nos ha impulsado a ser más decididos y a buscar nuestro propio medio de vida. Así lo confirma el informe Flexibilidad en el trabajo elaborado por Randstad, que estudia el peso de los profesionales autónomos en el mercado laboral entre 2008 y 2014. Según este análisis, en España la incidencia del autoempleo ha crecido desde el 16,4% al 17%.
Esta es una de las cifras más altas de Europa. De hecho, nos situamos en tercer lugar, empatados técnicamente con Irlanda. Por delante de nosotros solo se encuentran Italia, con un sorprendente 22,9%, y Portugal, con el 18,8%. En general, se observa que en los países más afectados por la crisis y el desempleo es donde más se ha incrementado el peso de los autónomos. Mientras tanto, regiones como Dinamarca (10%) o Noruega (7,3%) se quedan a la cola.
Pero no nos confundamos: el aumento de la incidencia de los trabajadores por cuenta propia en el mercado laboral no significa que haya crecido el número de autónomos. Desde que comenzó la crisis, se han perdido más de 410.000 emprendedores en España. Y es que a principios de 2008 trabajaban por cuenta propia 3.382.000 personas, mientras que en 2014 la cifra había bajado de los 3 millones.
¿Cómo es posible entonces ese gran peso de los autónomos?
La relación entre el porcentaje que representan los emprendedores y su descenso en número se explica cuando tenemos en cuenta la caída que ha sufrido el empleo por cuenta ajena en los últimos años. Es decir, si atendemos a la disminución de las ofertas de empleo, la bajada del número de autónomos es prácticamente insignificante. Randstad explica que “el autoempleo ha supuesto un refugio en el mercado de trabajo”. Y es que esta modalidad ha permitido a muchos profesionales seguir desarrollando su actividad con independencia de un empleador directo.
El de España no es un caso aislado. También Italia y Portugal vieron cómo descendían los profesionales autónomos. Los tres países, a la cabeza del informe, representan una caída conjunta de medio millón de profesionales. Un dato llamativo cuando observamos que la bajada global del resto de países europeos fue de tan solo 152.000 trabajadores por cuenta propia. Esto demuestra que la influencia de las crisis económica en la Península y en Italia ha sido mayor.
Destaca, no obstante, que la caída de autónomos no se ha producido a todos los niveles. En este caso, la formación cuenta. De hecho, en España, la cifra de emprendedores con estudios universitarios ha crecido en más de 105.000, cuando por el contrario aquellos con una educación primaria han experimentado una caída de 469.000. Si nos paramos a analizar el perfil de las micropymes españolas, el 90% de los empresarios tiene formación universitaria o de posgrado.
¿Por qué emprender?
Aunque el trabajo autónomo es muchas veces la única vía de salida profesional, existen otras razones para emprender. Un 66% de los autónomos españoles afirma que su motivación es la independencia y la realización personal. El 24% asegura que la principal razón es la libertad para elegir el lugar y el tiempo de trabajo. Por último, solo un 10% opta por esta modalidad laboral debido a razones económicas.
Este planteamiento contrasta con el de otras economías del mundo que se encuentran en pleno crecimiento. En China o en Brasil muchos trabajadores deciden emprender para mejorar su salario. Algo que aquí resulta casi inconcebible debido a la carga tributaria que debemos soportar los empresarios.