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Cómo trabajar sentado y que tu espalda no muera en el intento

Actualizado el 12 de noviembre de 2021

2 minutos de lectura

Por Estefanía

silla de oficina¿Trabajas sentado? ¿Frente a un ordenador? ¿Pasas más del 80% de tu jornada en la misma postura? Si las tres respuestas son afirmativas… ¡alarma! Y es que, aunque no lo parezca, trabajar sentado es un riesgo cada vez más extendido.

Probablemente, habrás escuchado más de un centenar de veces aquello de “no me he sentado en todo el día” como sinónimo de una jornada extenuante, pero para aquellos que viven “encadenados” a una silla de oficina, esta frase adquiere un sentido completamente diferente.

No mantener una postura correcta, no hacer los descansos y estiramientos adecuados o carecer de buena iluminación son factores que, a medio plazo, pueden afectar de forma severa a tu salud: problemas de fatiga, disminución de la movilidad y de la eficiencia del corazón y pulmón, aparición de problemas digestivos y, especialmente, los archiconocidos problemas articulares y de espalda.

En este último punto, además de cuidar nuestra postura (ángulos de 90 grados para rodillas y espalda, hombros relajados, codos pegados al cuerpo, pies pegados al suelo y vista al frente), elegir de forma adecuada una silla de trabajo es vital.

Así, los expertos de Viking nos han asesorado para escoger a la mejor “compañera” que nos ayude a superar con éxito nuestras jornadas sobre cuatro patas (o sobre cuatro ruedas) sin que nuestra espalda muera en el intento.

trabajar sentado

Cómo elegir una silla de oficina ideal para trabajar sentado muchas horas

Como ya hemos apuntado, nuestra silla de oficina es aquella que nos permite mantener una buena postura en relación con otros objetos de nuestro espacio de trabajo, como puede ser la mesa o la disposición de los elementos de nuestro ordenador (teclado y monitor). Así, a la hora de elegir una silla de trabajo deberemos tener en cuenta varios factores:

  • Que se adapte a nuestra complexión y tamaño: No todos tenemos la misma altura, ni el mismo peso, ni el mismo volumen. Por ello, deberemos escoger la silla que mejor se adapte a nuestras necesidades en éste sentido: tamaño, anchura del asiento (lo suficientemente ancho como para que el usuario pueda sentarse holgadamente en la parte central y tenga espacio a su alrededor), altura del respaldo…
  • Que sea ergonómica y cómoda. Además de adaptarse a nuestro tamaño, debe ser capaz de adaptarse a la forma de nuestro cuerpo para evitar daños en los glúteos o la zona lumbar. Sin embargo, tampoco debe ser demasiado “confortable”, ya que corremos el riesgo de “amodorrarnos”, en especial en jornadas largas y/o tediosas.
  • Que sea regulable, para alcanzar esa postura “óptima” de trabajo. El asiento debe permitir modificar su colocación respecto al respaldo, mientras que el éste debe ajustarse a la espalda y ofrecer un apoyo en la zona lumbar, pudiendo regular la inclinación, la firmeza o la fijación o movilidad del mismo. Los reposa brazos, por su parte, deben permitir al usuario mantener una postura cómoda, con los brazos formando un ángulo de 90 grados y sirviendo de apoyo en los codos y antebrazos.
  • La elección de la base: puede ser fija o tener ruedas. Esta segunda opción es la más recomendable, ya que facilita los desplazamientos, las correcciones de postura y los acercamientos y alejamientos de la mesa para levantarse o sentarse.
  • El material sobre el que está construida y/o el tapizado: El material de la silla debe ser firme aunque no demasiado rígido, capaz de absorber pequeños impactos, mientras que el tapizado, en su caso, ha de ser transpirable y evitar la concentración de calor, algo fundamental en los meses de verano. Además, debe estar diseñado para el uso y el roce continuado.

Si estás buscando tu silla de trabajo ideal, puedes echarle un ojo al catálogo de Viking, donde podrás encontrar diferentes opciones adaptadas a todos los gustos, necesidades, bolsillos… y espaldas.

Imágenes | Viking

Estefanía

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