En estos tiempos difíciles, son muchos los jóvenes y no tan jóvenes que están valorando la posibilidad de convertirse en autónomos e iniciar su propia andadura profesional. Un espíritu de iniciativa que, en muchas ocasiones, sólo se nos ofrece desde un una lectura motivacional que nos garantiza un éxito inminente pero donde, por defecto, se suele obviar todo aquello que corresponde a las exigencias del reto empresarial.
La figura del emprendedor se está instaurando en nuestro día a día y este término antaño extraño o fuera de lo común, ya no resulta desconocido para nadie. De todas formas, cabe diferenciar un aspecto fundamental a la hora de llevar a cabo una actividad profesional por cuenta propia o bien creando una sociedad, ya que no es lo mismo emprender ante una oportunidad de negocio que hacerlo marcado por la necesidad de obtener recursos inmediatos que permitan ser la principal fuente de ganancia de una economía particular o familiar.
Hay cuestiones básicas que un emprendedor por necesidad debe de asumir. Lo primero que debes de hacer ante la idea, es valorar, definir y analizar muy bien el negocio y su entorno, así como su viabilidad.
A partir de este estudio del mercado y tras la detección de los posibles nichos de negocio, es el momento de sellar dos premisas que deben de ser esenciales para hacer de este negocio el camino hacia un modo de vida estable: minimizar de costes fijos, controlar los pagos y optar por una mentalidad de endeudamiento cero.
Actualmente, el mercado ha notado un crecimiento de emprendedores que, por necesidad, han decidido abandonar su situación de desempleo para iniciar una actividad por cuenta propia ante la necesidad de tener recursos. Valga la lógica para apuntar que, controlando estas premisas, es mucho más fácil que un emprendedor evite tropiezos o sustos inesperados a las primeras de cambio.
Pese a la gran cantidad de información y las diferentes herramientas de ayuda y consulta disponibles, nadie asume que su proyecto puede tener problemas a la hora de arrancar y dar resultados. Y eso es un riesgo que, en más de una ocasión, ha tirado por los suelos ideas de inversión excelentes y llenas de expectativas, pero vacías de coherencia y resultados.
Por otra parte, existe la circunstancia de emprender por motivación o idea de negocio, algo que no se encuentra reñido con los fundamentos esenciales planteados anteriormente y donde pesará mucho el propio conocimiento del mercado y también, las posibilidades inversoras que garanticen la viabilidad para un negocio de manera exitosa.
Cada vez más, expertos y autoridades ven en la figura del autónomo como una salida efectiva para el fomento y desempeño laboral de los ciudadanos demandantes de empleo. De hecho, el Ministerio de trabajo e inmigración lleva favoreciendo desde hace tiempo la capitalización de la prestación contributiva en favor de que esta sea invertida este en una idea de negocio o bien, en subvenciones de las cuotas de autónomo a la Seguridad Social. Un proceso que, con sus pros y contras, se presenta como una oportunidad excelente para obtener financiación de cara a llevar adelante la puesta en marcha de un negocio, se presente este bien por necesidad o por oportunidad.