Napoleón decía que “donde con toda seguridad encontrarás una mano que te ayude, será en el extremo de tu propio brazo”. Y eso es algo que los emprendedores nos tomamos a veces demasiado en serio. Creamos el negocio desde cero, casi siempre con una escasa financiación, y trabajamos duro en todas las áreas para que pueda empezar a rodar. El problema es que cuando ya está en marcha nos cuesta demasiado desprendernos de determinadas tareas. Es una dolencia común y tiene nombre. Se llama incapacidad para delegar.
Llega un momento en que los proyectos se comen todo tu tiempo. Si estás en esa fase, felicidades. Eso significa que tu negocio va por buen camino. Pero, llegados a este punto, debes dar un paso más en tu carrera profesional: distribuir las tareas. Es fantástico que hayas aprendido a llevar la contabilidad, que te manejes con el márquetin y hagas tus pinitos en el mundo del diseño. Sin embargo, no olvides que tu área de negocio es otra distinta, que te gusta, te motiva y se te da bien. Esa es la razón por la que decidiste emprender y tus esfuerzos deben volcarse en hacerla crecer. Por eso, es fundamental que si quieres tener proyección de futuro, delegues la tareas que no te corresponden a profesionales en esos campos.
¿Tienes miedo?
Tranquilo. Este es otro de los males comunes. Todos tenemos miedo a perder el control del negocio, a confiar en la persona inadecuada o a perder clientes. De ahí que recurramos a excusas tan torpes como que resulta más difícil explicar la tarea que hacerla nosotros mismos o que se trata de algo tan sencillo que no merece la pena pagar por ello. Sin embargo, comportamientos como esos solo sirven para que tu negocio se quede estancado.
Cuando te encuentres en esta situación, recuerda el miedo que tuviste antes de emprender. Te sobrepusiste a él una vez y puedes volver a hacerlo. Lo único que necesitas es un plan. Haz un listado con esas tareas y proyectos que te quitan demasiado tiempo Después dedica todo el tiempo necesario a buscar el perfil adecuado para desempeñarlas. Para ello, puedes recurrir a plataformas de freelance o de búsqueda de empleo, a asociaciones o a profesionales conocidos que estén dispuestos a echarte una mano.
En cualquier caso, debes hacer un proceso de selección riguroso. Pide a los candidatos que te entreguen muestras de su trabajo, charla con ellos y pregúntales por sus intereses. Puedes contratar o externalizar a otros autónomos. Para empezar, esta última opción suele ser la más conveniente, ya que te da cierto margen de libertad.
Si una vez has dado el paso, las cosas no salen como esperabas, no te preocupes. Ya sabes que en el mundo de los emprendedores aprendemos a base de prueba y error. Además, siempre puedes dejar de contar con la persona elegida y encontrar nuevos perfiles.
Y yo, ¿a qué me dedico?
Tú eres el jefe. Sí, sí, tú mismo, por mucho que te cueste creerlo. A ti te corresponde dirigir el proyecto y el negocio, planificar, organizar las tareas, motivar y controlar que todo se desarrolle conforme a lo previsto. Debes esforzarte en ser un buen líder y trabajar en equipo. No olvides tampoco que, si decidiste emprender para desempeñar tu vocación, ahora debes aprovechar para disfrutar al máximo de ella.
Ya creaste tu negocio. Ahora es el momento de hacerlo crecer. ¿Estás preparado?