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¿Triunfará el coche eléctrico?

Actualizado el 12 de noviembre de 2021

4 minutos de lectura

Por Daniel

Si hay un principio que manda en la cabeza de todo autónomo es el de cómo minimizar los gastos de un servicio sin ver resentida la calidad en el resultado final.  Ajustar los números, a veces,  por pequeña e insignificante que sea la cantidad económica, supone a final de año un punto de reflexión sobre nuestro negocio y  la rentabilidad que le sacamos. El hecho de ahorrar dos, cuatro o cinco, siempre ayuda a plantearnos cómo afrontar los negocios de cara al futuro y darle valor a nuestro desempeño; ya que las características de nuestra profesión no hacen sino que mantenernos en una cuerda floja en la que hay que ser hábil y disciplinado para no caer al vacío.

Posiblemente, esta preocupación tan sencilla como importante para nuestro día a día, no ha pasado desapercibida por los fabricantes de coches eléctricos que han visto en el mundo del profesional y las empresas, su puerta de entrada al mercado. Son varios los modelos de coche que tras el parapeto de la responsabilidad medioambiental,  buscan reconducir su negocio hacia la fabricación de vehículos con un carácter más sostenible e innovador y a su vez, igual de práctico.

¿Qué nos venden?
Un coche eléctrico. Bueno, bonito y barato. Y además, con ventajas fiscales y muy respetuoso con el medio ambiente. ¿Suena bonito no?  Pues todo esto viene justificado  por una campaña de introducción en el mercado de los vehículos de carga eléctrica, que cuenta con un importante  apoyo por parte del Gobierno central, que  presentó en abril del 2010 un ambicioso plan con una inversión de 600 millones de euros en busca de impulsar la implantación del coche eléctrico. ¿Y cómo impulsarlo?  Pues mediante rebajas considerables en el impuesto de circulación, así como otros incentivos que propiciaran que el parque móvil de nuestras calles comenzara a dar cabida a los vehículos eléctricos.

Pros y contras
Si nos ponemos a buscar entre las empresas que ofertan coches eléctricos, en una de ellas, lo primero que encontramos es un comparador para calcular el ahorro en cantidades económicas respecto a lo que consume un vehículo eléctrico respecto a uno diesel al final del año.  Aquí pues, vemos que el primer dardo  de la intención de venta va dirigido al bolsillo.

No obstante, mientras nos intentan convencer de lo económico que es tener un coche eléctrico (el precio de mercado está sobre los 16.000 euros), queda en evidencia que el interés no es venderlo barato, sino convertir el punto débil del producto (su autonomía y prestaciones) en un mal menor que muy probablemente, será lo que a la larga, nos interesa como empresarios a la hora de invertir o no en este transporte.

Queda claro que para cualquier profesional, la adquisición de un vehículo supone una inversión para una empresa en busca de rentabilizar su uso mediante su explotación como elemento comercial.  Y no son pocos los casos de Pymes o empresas grandes que han visto en el coche eléctrico un recurso atractivo de cara a llamar la atención como novedad en la calle, véase en los vehículos de sus equipos comerciales o bien, en acciones puntuales de cara al público. Todo sea por diferenciarse de los demás y vincular nuestra empresa con los valores asociados de ser innovadores a la par que sostenibles.

¿Por qué no arranca?
Pese a todo lo atractivo y relevante  que puede resultar la implantación del vehículo eléctrico y su oportunidad tecnológica e industrial, en la jornada de ayer lunes 17 de octubre,  un reportaje en el diario El País desvelaba que las previsiones de venta de vehículos eléctricos no acaba de arrancar. Ni en Madrid como punto principal del reportaje, ni en el resto de España. Los datos aportados en esta publicación son más que significativos. Según El País, el, pese a que la previsión de matriculaciones se estimaba en 20.000 vehículos para 2011, los datos que manejan, entre enero y agosto,  se sitúan en tan solo 213 coches vendidos y 344 motos.

Así pues, parece que la estrategia de implantación del vehículo eléctrico se  está encontrando con demasiados aspectos condicionantes que frenan su implantación. Una circunstancia que no es sólo propia de España, ya que en Europa, las intenciones de las empresas por renovar sus flotas con vehículos eléctricos, se quedan en una voluntad testimonial que cada año va en descenso.

En cuanto al caso español, por un lado, la barrera de entrada en el mercado con ayudas económicas a particulares y empresas para renovar flotas con una subvención de 6.000 euros parece óptima, pero choca con el contratiempo del desconocimiento de la iniciativa en la propia calle y las dudas sobre la poca versatilidad del producto y su adaptación a las necesidades de la empresa. Además, a todo esto hay que añadirle la situación actual de recesión económica, no hace sino que priorizar otros aspectos empresariales sobre el hecho de invertir en nuevas herramientas, que se convierten sin desearlo, en riesgos prescindibles.

Mientras, otra de las características que parece que también está fallando, es la implantación de ventajas urbanas y la creación de infraestructuras de recargas, se encuentran  de manera testimonial, ya que la ley de la oferta y la demanda está ralentizando la aplicación de este plan de acción. Es decir, que ver puntos de recarga en nuestras estaciones de servicio no deja de ser a día de hoy, una cosa aún extraña y fuera de lo común.

Así pues, ante todos estos indicios planteados, parece que las previsiones españolas y europeas no se van a cumplir. Un fallo quizás evitable entendiendo que la tendencia de estas  las políticas hacia las Pymes y los autónomos no solo se deberían plantear en este ámbito, sino en muchos otros. Pese a todo ello, cabe destacar que un vehículo eléctrico puede ser una gran oportunidad de economizar en el transporte  para un trabajador autónomo. Todo es cuestión de sacar cuentas y valorar el rendimiento que se le va a dar.

 

Daniel

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