No te voy a decir que tu magnífico historial académico, repleto de títulos universitarios, cursos de posgrado, masters de prestigio, idiomas varios… no tenga importancia.
No te voy a decir que tu dilatada experiencia laboral en empresas nacionales e internacionales líderes del sector, el know how adquirido en años de ejercicio profesional o que tu competencia ya acreditada valía no tengan valor… ¡ni mucho menos!
Tampoco que, como autónomo o emprendedor tu idea de negocio, tu empresa o tu proyecto no sean originales, viables, novedosos o útiles.
Pero créeme, en un mercado global, cada vez más homogéneo, competitivo y efímero, saturado de mercancías y personas, profesionales y emprendedores como tú, o aspirantes a serlo, diferenciarte no es una opción, es una necesidad.
Y la única parte, el único activo de tu curriculum, genuino, irrepetible, inimitable e imposible de copiar eres tú. Es tu imagen. Obviamente sin un buen curriculum no se llega muy lejos, pero una buena imagen personal puede ayudarte mucho más de lo que piensas.
El mercado laboral y de los negocios está repleto de personas magníficamente formadas que, lamentablemente, no han podido acceder al puesto de trabajo al que aspiraban, de profesionales con aptitudes que han visto frenado su ascenso o su promoción en la empresa para la que trabajan porque, pese a su formación, su valía y su competencia, su imagen personal no estaba en armonía con el lugar, el perfil del puesto o el entorno dónde deben desarrollar su trabajo. De emprendedores que no han encontrado a quién confiase en su idea o en su proyecto porque la imagen que proyectaban no generaba la suficiente credibilidad. Conozco a unos cuantos y estoy segura de que tu también.
Tu imagen personal habla de ti
Tu imagen personal es una potente herramienta de comunicación que habla por ti sin necesidad de que abras la boca. Dice a los demás quién eres, qué ofreces, cuáles son tus aspiraciones y capacidades.
Puede que el mensaje que transmite sea cierto, o no, pero es a partir de ella, de tu apariencia, de dónde tu interlocutor se formará una impresión sobre ti, al menos la primera.
Vivimos en un mundo en el que, para bien o para mal, la imagen tiene un gran peso. Lo tiene, al menos, en un primer momento. Lo es durante esos primeros 20 segundos, tiempo según los expertos es suficiente para hacernos una idea, para juzgar, etiquetar o encasillar, a la persona que tenemos delante.
Tener el control de tu imagen, aprender a gestionarla para que transmita en cada momento de tu vida, personal y profesional, el mensaje que quieres y/o necesitas, se convierte en una cuestión más importante y transcendente de lo que muchos, incluso tú probablemente, piensan.
No se trata en ningún caso de engañar a nadie tratando de aparentar lo que no eres, sino de predisponer a tu favor a los demás y de alinear tus virtudes internas, tus conocimientos, habilidades y aptitudes, con lo que proyectas hacia el exterior.
Se trata de elegir el envoltorio que más te convenga y ayude a ganar la credibilidad y confianza de terceros. Aquel que pone en valor tus capacidades, experiencia y preparación y expresa tu verdadera identidad, es decir, la armonía entre el ser y el parecer, de otro modo generaría rechazo.
Inmersos como estamos en una cultura visual, la imagen es la primera prueba, si no la pasas, puede que estés suspendido.
Qué es la imagen personal
Está claro que tu imagen es algo más de lo que se ve a simple vista. Abarca un exterior que se ve y un interior que en principio es invisible, pero que se transmite a través de ella.
Tu carácter, personalidad, sentimientos, emociones, pensamientos, se reflejan en la cara, en la postura, en los gestos y… en la ropa que te pones, el corte de pelo que luces y los de colores de las prendas que vistes.
Aunque no lo creas, en muchos ámbitos de la vida, entre los que se encuentran el profesional y de negocios, entrar por los ojos significa tener más posibilidades de que te escuchen, te atiendan y te den una oportunidad… hacerla valer, aprovecharla, es cosa tuya.
Y puesto que “somos vistos antes que oídos” deberías empezar por trabajar tu apariencia externa para conseguir que esa foto que los demás se hacen de ti en unos pocos segundos, te deje en buen lugar.
Gestionar tu imagen para tener el control de tu vida personal y profesional se presenta como una inversión muy rentable. Y saber vestir es una más de las habilidades que deberás conocer y aplicar para alcanzar las metas que te hayas propuesto, aunque tampoco debes olvidar otros aspectos de tu “imagen” que “hablan de ti”, como tu postura, tus gestos, tu forma de modular la voz o tus expresiones faciales que, en cualquier entrevista o reunión serán tenidos en cuenta.
Deja de pensar que tu imagen no cuenta, corres el riesgo de dejar de contar tú.
Imagen | FreeDigitalPhotos