¿Están algunos autónomos en peligro de extinción? En este post planteamos los riesgos que existen para todos aquellos autónomos que realizan tareas repetitivas, desde camioneros a abogados, gestores o formadores. Y que deben estar alerta sobre el futuro de su profesión en los próximos años.
Y es que pese a que las últimas estadísticas apuntan a un aumento del número de trabajadores por cuenta propia, el mapa laboral español ha sufrido un importante cambio en los últimos años.
Los cambios socioeconómicos y los nuevos hábitos de consumo han dibujado un panorama laboral muy diferente al que, tradicionalmente, se han circunscrito algunos profesionales autónomos. Y el avance tecnológico ha acelerado este proceso a pasos agigantados, marcando nuevas tendencias que determinan cuáles son los negocios de futuro,
Si bien es cierto que el progreso y la democratización de las tecnologías en general, y de las de información y la comunicación es especial, han dado origen a nuevas profesiones que viven a día de hoy su máximo esplendor, no lo es menos que otros oficios más «tradicionales» se encuentran cada vez más amenazados por culpa de un fenómeno que hace ya tiempo que comenzó un avance imparable: «la automatización de procesos».
Un tema ampliamente abordado por el economista Luis Garicano en su última obra El dilema de España, en la cual advierte de los efectos de la sustitución del factor humano por robots en las tareas rutinarias y manuales.
Como si de una narración de ciencia ficción futurista se tratase, en pocos años muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana están completamente gestionadas por máquinas: las colas de autopago en los supermercados, las máquinas expendedoras de billetes (cada vez es más complicado encontrar un taquillero en una estación de tren), los coches autónomos de Google…
Y es precisamente en éste último punto donde el autor hace una nueva llamada de atención. Indudablemente, el avance es sinónimo de una mayor productividad y eficiencia, de un ahorro de costes y de una reducción al mínimo de las probabilidades de cometer un error humano, pero… ¿qué ocurrirá con los profesionales del transporte cuando los coches que se conducen solos sean una realidad? ¿Existe margen para adaptarse al cambio?
Son muchas las profesiones que, a día de hoy, se han visto obligadas a reinventarse casi desde cero, adaptándose a las nuevas circunstancias. Un claro ejemplo es la profesión periodística, que ha de batallar día a día con las cantidades ingentes de información que pululan por la Red y que han sido generadas por los propios usuarios
Pero no sólo los profesionales de la comunicación, sino cualquier experto en una materia (abogados, gestores, asesores, profesores, médicos…) debe readaptar su «modus operandi» para lograr subsistir frente a los millones de recursos a los que a día de hoy llegan los usuarios y que, dicho sea de paso, no siempre cumplen con los estándares de calidad y profesionalidad que debieran, dando paso a un nuevo mal de los tiempos modernos: el de la infoxicación.
Robotización, automatización de procesos, acceso ilimitado a la información… Fenómenos surgidos en pos del progreso y que realmente están consiguiendo esa labor de mejora social y del entorno (avances en la investigación médica, democratización de la información..), pero que mal concebidos pueden tener un revés no tan beneficioso a medio plazo.
De un lado, es importante ser conscientes de que el ritmo del avance tecnológico es, probablemente, bastante superior a la capacidad de la población y del mercado laboral para adaptarse. Por lo que cada vez es más necesario educar con mayor intensidad en las nuevas tecnologías, no sólo a esa generación de nativos digitales, sino a aquellos que aún tienen por delante una larga trayectoria en el mercado de trabajo y cuyas escasas competencias tecnológicas ponen en riesgo su continuidad en dicho mercado.
También es vital realizar ese tan necesario cambio de mentalidad capaz de soltar lastre a la competitividad de nuestras empresas y estar abiertos a los nuevos modelos de negocio y oportunidades que Internet nos brinda, entendiendo que ello puede suponer la desaparición de muchos perfiles profesionales tal y cómo los conocemos.
De otro, es importante no perder del vista el valor del factor humano. Sin caer en los tópicos que la ciencia ficción ha generado en el imaginario colectivo, la más que improbable «rebelión de las máquinas» no sea quizá el mayor de los problemas. La deshumanización de las relaciones sociales y económicas pero, sobre todo, el riesgo de exclusión del sistema productivo al que gran parte de la población puede llegar a enfrentarse son los grandes inconvenientes a tener en cuenta a la hora de diseñar la implementación de la tecnología en nuestros sistemas productivos.
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