Con solo 24 años ha logrado tener 11 millones de suscriptores en su canal de Youtube. He pensado mucho en El Rubius desde que vi la entrevista que le hizo Risto Mejide hace un par de semanas. Y me resulta inevitable compararme con él y con su forma de trabajar.
Los adolescentes y jóvenes no pueden por menos que admirar a este chaval espontáneo, inteligente y bastante gamberro (sus videos tienen más de 2.000 millones de visualizaciones) que ha logrado hacer de los hobbies que todos ellos comparten (jugar a videojuegos y hacer bromas diversas), una profesión de éxito.
Y envidian su libertad. El Rubius concibe los guiones de sus videos, los graba, edita, produce y gestiona su relación con los fans a través de las redes sociales. Él solito. Como Juan Palomo. Confiesa que ha rechazado ofertas extraordinarias para hacer programas de televisión, series o cine porque no desea perder su independencia y el control sobre su trabajo.
Como autónoma también soy especialista en el “yo me lo guiso, yo me lo como”: yo busco mis clientes, presupuesto mi trabajo, busco ayudantes si la tarea lo precisa, lo ejecuto, facturo, pago y cobro. Soy comercial, relaciones públicas, empresaria, administrativa, community manager… Y además desempeño aquello para lo que estoy cualificada, lo que reza mi epígrafe de la Seguridad Social, lo que hago bien y disfruto haciendo; en definitiva, mi profesión.
Pero a menudo siento que todas las otras tareas me ocupan tanto tiempo y espacio mental que el resultado se resiente. Entonces, para evitar que eso ocurra porque si dejara de ser experta y competitiva todo lo demás se precipitaría en caída libre, hago un esfuerzo sobrehumano que tarde o temprano me pasará factura.
Trabajar como autónomo tiene sus indudables ventajas, pero también puede ser muy difícil. Este joven Youtuber que tan bien ha sabido canalizar su talento hacia un nicho de mercado inmenso y ávido como son los millones de jóvenes de todo el mundo que le siguen, es el modelo de éxito de la ecuación: yo decido qué, cómo y cuándo y recibo los frutos de ello.
Pero no siempre es posible, desde luego no lo es acceder a un mercado tan colosal, pero tampoco mantener la total independencia sin que sufra nuestra salud o el resultado final de nuestro esfuerzo. La colaboración con otros, la cooperación y las alianzas cada día se me presentan como fórmulas más y más atractivas para lograr el equilibrio y alcanzar la excelencia.
Al final de la entrevista en “Al rincón de pensar” El Rubius, Rubén, se derrumba. Tan sincero y cercano como es él, tan real que sus seguidores sienten que es su amigo de verdad, confiesa que se ha sentido muy solo, que en algunos momentos la entrega total que le ha supuesto mantener el nivel de presencia y calidad en su trabajo (sí, calidad, en su ámbito lo que él hace la tiene) le han costado su vida familiar, sus relaciones personales, casi su salud.
Llevo días acordándome de la historia de este chico y pensando muy seriamente en grupos de Juanes Palomo. En compartir los secretos del guiso y el placer de comerlo después.