Las redes sociales se han dispuesto como uno de los mayores escaparates para las empresas. A pesar de existir redes sociales específicas (por ejemplo Linkedin) para fomentar el contacto profesional entre empresas, el éxito rotundo de las redes concebidas para particulares (Twitter o Facebook) es tan atrayente que las empresas también deciden tomar posición en ellas.
Aunque son muchos los que a día de hoy se muestran escépticos sobre los resultados que pueden obtener de su presencia en redes sociales y creen que “estar en Facebook” no es más que una pérdida de tiempo y de energía, son tres los objetivos los que, a priori, pueden cumplirse con la actividad de las empresas en las redes sociales:
– Crear una imagen de empresa. Una marca que tiene presencia en todos los frentes ofrece una imagen de gran dimensión, seguridad y solvencia.
– Habilitar nuevos canales de contacto. Las redes sociales son una nueva forma para que los clientes puedan interactuar con nosotros. En lugar de acudir a un contacto directo, se habilitan estos nuevos cauces que permiten consultas más informales, además de la difusión de contenidos donde primen el impacto, lo insinuante y la sencillez en el mensaje para que se capte rápidamente.
– Un tercer objetivo, de mayor dificultad, buscaría el acercamiento a clientes potenciales, atrayéndolos a nuestros servicios. Esta labor comercial es muy complicada de llevar a cabo sin caer en el “spam” además de ser especialmente mal valorada por los usuarios, que huyen de este tipo de cuentas.
Como vemos, este tipo de objetivos son perseguidos por cualquier empresa, sin importar su tamaño. En principio, el efecto arrastre que puede tener una gran empresa con una gran marca es mayor que el de una empresa pequeña, de modo que generará seguidores y atracción sobre sus contenidos por pura inercia.
Quizás el primer paso que haya de darse, sea el de determinar el target al que te enfrentas. Por ejemplo, como directora de marketing de fonvirtual, nuestro principal nicho de interacción son los usuarios interesados en nuevas tecnologías y telecomunicaciones
Sin embargo, una mala utilización de las redes sociales –no cuidando a sus seguidores, con poca actividad, contenidos escasos o redundantes – no sólo no reporta ningún tipo de beneficio a la propia empresa, sino que acaba dañando su imagen. Son muchos los ejemplos – están en la mente de todos – de grandes empresas que han desperdiciado las redes sociales como fuente, no sólo de mayor captación de clientes, sino de fidelización y reforzamiento de imagen.
En la otra cara de la moneda, empresas pequeñas han conseguido construir un cauce de comunicación con los usuarios realmente productivo. Utilizan Twitter como forma de resolver dudas, como lugar de encuentro para promociones, para mostrar nuevos servicios o, simplemente, para crear una imagen agradable de la empresa. Son, en definitiva, una herramienta de doble filo, tan potente con un buen uso como potencialmente perjudicial.
Si quieres inspiración, puedes dar un repaso a éstos 12 casos de éxito de pymes y autónomos en redes sociales.
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