El 18,2 % de los autónomos ha contratado al menos a un trabajador en 2013 y el 22% tiene previsto hacerlo a lo largo del año, según el Barómetro realizado desde el Observatorio del Trabajo Autónomo de ATA.
Unos datos que, a priori, pueden resultar esperanzadores si tomamos como referencia los publicados en octubre de 2012, donde sólo el 16% de los encuestados aseguraban haber ampliado su plantilla a lo largo del año y apenas el 10% consideraba oportuno formalizar nuevos contratos en lo que quedaba de año.
No obstante, aunque la aplicación de las nuevas nuevas políticas de empleo emprendidas por el Ejecutivo durante 2013 como la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, donde se recogen importantes bonificaciones a la contratación, y a la espera de la aprobación definitiva de la Ley de Emprendedores, parece que en un contexto económico donde la cifra de desempleados supera los 6.000.000, éstas medidas no han tenido el impacto que cabría esperar.
De hecho, y si atendemos a los motivos que han llevado a más del 78% de los preguntados a no contratar a ningún trabajador durante éste año, el 43% respalda esta decisión en una fuerte caída de la actividad, mientras que las causas puramente económicas representan el 34% de los casos.
Ante esta situación, cabe preguntarse si algo falla más allá de las políticas de empleo. La gravedad y profundidad de la crisis ha dejado una economía fragmentada e incapaz de relanzarse, empecinada en mantener viejas fórmulas que no hacen sino alejar el momento de la recuperación. Ahora, más que nunca, llega el momento de apostar de una manera más decidida por la I+D+I, la industria o el apoyo a la internacionalización de las pymes de servicios, capacitándolas para competir en el mundo global.
La economía española tiene el deber de reinventarse. Si, hasta hace unos años, su gran locomotora ha sido el ladrillo, lo que ha derivado en pan para hoy y hambre para mañana, otro de sus grandes pilares, el turismo, consigue mantenerse, pero no es suficiente en un país hipotecado, que retrae la capacidad de inversión y que sufre de un preocupante bloqueo del crédito.
Así las cosas, las expectativas sobre la efectividad de la futura Ley de Emprendedores crecen día tras día. Dentro de unos meses, habrá que volver a preguntarse si el ya anunciado Plan Estratégico de Internacionalización de la Economía que recogerá el texto será capaz de dotar de una nueva dimensión y de una mayor capacidad de expansión y crecimiento a autónomos y pequeñas empresas.
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