Adiós a los atascos infinitos, a los horarios inflexibles, a hacer malabares para recoger al niño del colegio. Visto desde fuera, trabajar en casa parece el sueño de cualquiera. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones llevar la oficina a cuestas oculta una realidad menos romántica de la que podamos imaginar a priori.
Hay días que pasan por completo en pijama y con un ordenador siempre encendido que acaba por dilapidar la conciliación entre la vida familiar y la laboral. Pero, el peor lastre de todos, es una decadencia absoluta de la productividad. Si alguna vez te has visto en esta situación, quédate con estos 5 mandamientos para cambiar de rumbo.
Tu casa no es una oficina
Tu casa es un hogar en el que debe haber espacio para descansar, para disfrutar con los amigos o la familia y también para trabajar. Si quieres que todo eso sea compatible, olvídate de ponerte manos a la obra en el sofá, en la cama o en el banco de la cocina. Utiliza un lugar de la casa como oficina, pero solo uno, y adáptalo a tus necesidades.
Preocúpate de tener suficiente luz, una buena silla y espacio para tus cosas. Esto te ayudará a mantener el orden, mejorará la concentración al aislarte de otros lugares repletos de distracciones y evitará problemas de salud, debidos a posturas incorrectas. Además, si convives, tus compañeros o familiares te agradecerán que respetes los lugares de la casa que están destinados al ocio o el descanso.
Ponte un horario de trabajo
Y, sobre todo, respétalo. Es cierto que una de las mayores ventajas de trabajar desde casa es la flexibilidad horaria, pero si no le pones límites se puede volver en tu contra. Salir a comprar el pan a media mañana, llevar a tus hijos al colegio, recibir en casa visitas inesperadas… Al final, esas pequeñas gestiones acaban comiéndose el día. ¿El resultado? Un ordenador encendido durante las 24 horas y ni un solo segundo de desconexión.
Por eso, lo más recomendable es que establezcas un horario que se adapte a las tareas extralaborables que debas realizar. Piensa que, trabajando desde casa, te ahorras tiempo en desplazamientos. Unos minutos muy valiosos que puedes aprovechar para rendir al máximo.
Vístete
Es verdad que da pereza arreglarse para seguir en casa, pero aún así haz un esfuerzo y vístete. Estar todo el día en pijama vagando de un lado a otro puede llegar a ser muy deprimente. Y, aunque parezca una tontería, tu aspecto físico te influye en tener una actitud más o menos proactiva a la hora de trabajar.
No te conviertas en un ermitaño
Sal a la calle. Es importante que busques actividades para desconectar del trabajo, como por ejemplo el deporte, y que te relaciones con los demás. Conectar con el mundo exterior es una de las mejores formas de encontrar nuevas oportunidades de negocio. Pero más allá de eso, es una actividad vital para ser feliz.
Aléjate de las distracciones
Hoy en día debemos enfrentarnos constantemente a las tentaciones, trabajemos desde donde trabajemos: el móvil, las redes sociales, el universo infinito de internet… Si tienes la ofioficina en casa, la concentración se complica todavía más. Así que nada de poner lavadoras o levantarte a picar algo cada diez minutos. Conciénciate de que durante las horas laborables solo debes dedicarte a tu trabajo.
Planifica
Esto es lo más importante. Saber organizar tus tareas es el primer paso para aumentar la productividad y mejorar el funcionamiento de tu negocio. Pero además, te permitirá disfrutar de más tiempo libre para ti y para los tuyos. ¿Acaso hay algo más valioso que eso?