Una de las mejores oportunidades que se le brinda a un autónomo es poder asignar a sus quehaceres un propio sello personal que le diferencie. Un privilegio que, en un entorno como en el actual, se convierte en un arma más que válida a la hora de abordar con éxito, el contacto con futuros clientes trasladando una excelente presencia y capacidad profesional.
El Personal Branding no deja de ser una herramienta al alcance de los profesionales por cuenta propia, que en función de su sector y el valor que se le otorgue a la imagen, pueden encontrar en él una vía a través de la cual trabajar una imagen única y unas capacidades diferenciadas respecto a sus competidores.
Hace unos meses, en infoautónomos, hablábamos de la importancia de ser una marca ante nuestros consumidores, pero el personal branding acapara el desarrollo del proceso, de la estrategia, no el resultado de una marca creada de la nada. Valga que toda empresa, tiene en su marca un escaparate perfecto donde trasmite unos valores, pero más allá de la apariencia y el diseño que ofrezcamos al exterior, existe la necesidad de trabajar una relevancia subjetiva que, a la postre, será la clave para que nuevos clientes confíen en nuestro trabajo antes que en el de la competencia.
Uno de los principales equívocos a la hora de trabajar el Personal Branding recae en utilizar las redes sociales como único vehículo comunicacional. Muchas veces se comete el error de focalizarlo todo en un buen plan de medios sociales, obviando muchas otras facetas. Todo contribuye, pero ni un Twitter te hace mejor profesional, ni no tenerlo te convierte en un profesional desactualizado.
Cada autónomo debe de perfilar su propia imagen y trabajar la estrategia que fortalezca su trabajo, en definitiva su producto. Para ello, nada mejor que comenzar por un propio análisis profesional: ¿Quién eres? ¿Qué haces? y ¿Hacia dónde te diriges?