La póliza de crédito es uno de los instrumentos financieros más extendidos entre las empresas y, al mismo tiempo, de los peor empleados. Como cualquier otro préstamo, supone un coste para la tesorería que puede llegar a ser demasiado elevado. En este artículo, vamos a analizar con detalle las características de la póliza de crédito y el uso que debe hacerse de ella para evitar consecuencias indeseadas en el negocio.
¿Qué es una póliza de crédito?
Se trata de una fórmula que permite a las empresas endeudarse temporalmente hasta un límite establecido por una entidad financiera. A diferencia de los préstamos habituales, el banco no entrega de una sola vez una determinada cuantía, sino que la compañía tiene un acceso gradual al dinero, en función de las necesidades económicas que tenga. Esta disposición aleatoria de financiación se extiende durante un tiempo acordado entre el interesado y la entidad, aunque normalmente es de un año.
Las pólizas de crédito se asocian a una cuenta corriente. Esto permite a la empresa endeudarse progresivamente hasta el capital máximo que haya fijado su entidad financiera. Por ejemplo, si llega un recibo domiciliado del pago trimestral del IVA por un importe de 6700 euros y la cuenta solo dispone de 5000, los 1700 euros restantes procederán automáticamente de la póliza de crédito. Se trata, por tanto, de un mecanismo muy cómodo para las compañías.
¿Qué coste tiene una póliza de crédito?
Como cualquier otro producto financiero, la póliza de crédito tiene un coste económico. Este importe está determinado en función del capital máximo fijado, el vencimiento, el saldo dispuesto y el no dispuesto. Como veis, hablamos de multitud de parámetros, por lo que el coste de la operación puede llegar a ser bastante elevado. En general, nos encontrarnos con este tipo de gastos:
- Comisión de apertura. Esta cuantía se establece atiendo al capital máximo al que tenga acceso la empresa. De ahí que sea un porcentaje variable, que puede gravar desde el 0,25% hasta aproximadamente el 2% del total.
- Comisión de disponibilidad. Este es el coste que se paga por la parte del crédito que se ha contratado y finalmente no se ha utilizado. Por ejemplo, si el póliza es de 15000 euros y solo consumimos 12000 euros, esta comisión gravará los 3000 euros restantes. Suele ser un porcentaje pequeño que ronda el 0,1%.
- Interés por el saldo medio dispuesto. Se trata del interés que pagamos por el dinero que hemos empleado. El cálculo se realiza mediante el conocido como método hamburgués, conforme se registran operaciones en la póliza de crédito.
- Interés por el saldo medio no dispuesto. Aunque no todas las entidades financieras lo cobran, en determinados casos también se fija un tipo de interés por el crédito no empleado.
- Interés de excedido. Si sobrepasamos la cantidad máxima del préstamo acordado con la entidad financiera, tendremos que pagar un interés que sobrepasará el del saldo medio dispuesto.
¿Cuándo debe utilizarse una póliza de crédito?
Como decíamos al principio, la póliza de crédito se usa de una forma incorrecta en muchas ocasiones. El problema es que si nos servimos continuamente de este producto financiero, el flujo de caja negativo será constante y la necesidad de financiación externa cada vez mayor. Como siempre, en primer lugar debemos intentar hacer frente a los gastos con recursos propios. No podemos olvidar que cualquier préstamo del que nos sirvamos supondrá un coste económico añadido a medio plazo y tendremos que ser capaces de afrontarlo.
Dicho esto, hay una regla básica para hacer un buen uso de la póliza de crédito y es emplearla, únicamente, para cubrir necesidades puntuales de la tesorería. Es el caso de, por ejemplo, las liquidaciones trimestrales de IVA, cuando tenemos facturas todavía impagadas.
Sin embargo, la realidad es que este sistema se emplea habitualmente y de una forma incorrecta para financiar la compra de activos fijos (máquinas, vehículos, etc.), desfases permanentes de la tesorería o impagos a clientes. En los dos últimos casos, hay que recurrir siempre a fondos propios y, a la hora de inversiones para el crecimiento de la empresa lo más conveniente es recurrir a otro tipo de financiación fija, como los préstamos, el crowdfunding o el leasing. En este post puedes ver algunas de las fórmulas de financiación más comunes.
En el caso de plantearte recurrir a préstamos a medio o largo plazo, como por ejemplo los préstamos ICO, es importante medir bien el esfuerzo financiero que puedes asumir ent u negocio. En Infoautónomos tenemos a tu disposición una sencilla calculadora de cuotas de un préstamo que te permitirá ver a cuanto ascienden las cuotas a pagar por un préstamo.
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¿Renovar la póliza de crédito?
Si tenéis una póliza de crédito y os planteáis renovarla es que no habéis hecho un buen uso de ella, ya que como hemos explicado su empelo debe ser únicamente puntual. Por tanto, si os encontráis en esa situación, os recomendamos que analicéis cuáles son las necesidades económicas de vuestra empresa. En primer lugar, comprobad si podéis reducir gastos de alguna forma para mejorar las cuentas. En segundo lugar, si lo que buscáis es hacer una inversión de futuro para el negocio o necesitáis mejorar el flujo de caja urgentemente, lo mejor es que os informéis de los mecanismos de financiación que existen para encontrar el que mejor se adapte a vuestra realidad.