El término coaching
Coaching es una palabra de moda. Y como en muchas ocasiones, se trata simplemente de ponerle un término moderno a un proceso que se ha llevado a la práctica por muchos años.
Pudiera fácilmente confundirse o equipararse con el término americano tan en boga en los 80 “mentoring”, todavía vigente en muchas empresas americanas y en alguna que otra europea. Proceso que en cierta medida está siempre presente en el campo del desarrollo personal desde hace varios siglos.
Los que sabemos algo del lenguaje con que nos comunicamos, sabemos que estas palabras, llamadas “nominalizaciones”, son totalmente subjetivas en su significado y, por lo tanto, no poseen una definición precisa y exacta de lo que implican. Razón por la cual, cualquier cosa puede ser denominada Coaching y, con frecuencia, lo es.
Yo mismo llevo más de veinte años haciendo “Coaching” y es sólo hasta hace un par de años que así le llamo, o le llaman mis clientes, en esa necesidad humana de ponerle nombre a las cosas o procesos.
Los 6 “Absolutos” del Coaching
En estos veinte años he identificado una serie de absolutos que representan el proceso de “Coaching” y que lo hacen realmente eso, un proceso de alcanzar metas significativas o valiosas. Lo llamo “Los Absolutos del Coaching” y nos permitirán hacer que cualquier proceso que denominemos así, se mantenga bajo control y se logre obtener un resultado aceptable del mismo, y son los siguientes:
1. Todo proceso de Coaching debe de tener una meta u objetivo a lograr como resultado del proceso.
Vamos, pensémoslo un instante. ¿Para qué rayos necesito un Coach? ¿Para lograr lo que ya logro sin ayuda? No tiene sentido y, si no tiene sentido, no sirve. Es el absoluto N° 1 porque es más importante que cualquier otro. Si una persona sabe lo que quiere con certeza, ya ha logrado por lo menos la mitad de lo buscado con saberlo.
2. Es totalmente inefectivo iniciar un proceso de Caoching sin que el “cliente” (quien contrata al Coach) esté probadamente comprometido con conseguir la meta u objetivo deseado.
Es sorprendente pero a veces las personas contratamos a alguien no para que nos ayude en algo, sino para demostrar que nuestro caso no tiene solución. Es un caso típico de lo que en psicología se conoce como “Disonancia cognitiva”, una diferencia percibida entre la conducta y los pensamientos que tiene que resolverse necesariamente o cambiando la conducta o cambiando los pensamientos.
Es famoso el caso de Richard Bandler que se negó a tratar a una persona que padecía una fobia, porque percibió acertadamente que el fóbico en realidad perseguía demostrar que los métodos de Richard no servían, más que curarse de la fobia.
3. El proceso de Coaching debe de cumplir la regla en la cabeza del cliente “Contigo y sin ti”.
Esta regla, que no sirve para una buena relación de pareja, es tremendamente efectiva en el uso de un Coach. El cliente debe de pensar que conseguirá su objetivo con el Coach o sin el Coach. Entonces, ¿para qué contrataría un Coach? Muy sencillo, para ahorrar tiempo y dinero, o ambos. Pero si el objetivo es únicamente alcanzable a través del Coach, se generará dependencia, y eso no es lo que se persigue con este precioso proceso.
4. El proceso de Coaching debe respetar la regla KISS (Keep It Simple Stupid).
Si el proceso es muy complicado o ininteligible, seguramente es inefectivo o inaplicable. Si tenemos que ponernos a cantar desnudos bajo la luna llena dentro de una pirámide de cristal en arameo durante un mes, mientras ingerimos hongos alucinógenos, entonces seguramente no estamos cumpliendo la regla KISS.
Lo más sencillo es normalmente lo más efectivo. Es la aplicación, no el método, lo que hace la diferencia. Un ex jefe mío me enseñó que en la vida los consejos son caros, pero los resultados son gratis. Los grandes consejos jamás llevados a la práctica resultan carísimos, sin importar lo que pagamos por ellos.
5. El Coach debe de tener experiencia en el proceso, debe de seguir una metodología y debe de tener vocación.
Su experiencia puede incluir haberse aplicado a sí mismo el proceso de cambio pero no como una condición. Warren Buffet, el famoso millonario de la lista de Forbes, recibió lecciones muy valiosas e incluso mentoring de un ex inversionista fracasado de la época de la gran depresión, que después de haberlo perdido todo, decidió dedicarse a dar clases.
En la película “El discurso del Rey”, basada en hechos reales, el Coach del Rey para eliminar la tartamudez no poseía ningún certificado ni título y sin embargo, había hecho de su profesión la pasión de su vida. Y resultó totalmente eficaz con un Rey que ya había perdido la esperanza de encontrar cura.
6. El único responsable de los resultados buenos o malos soy yo, jamás mi Coach.
Si yo contrato a un Coach, le agradeceré enormemente que me recuerde a cada momento que estamos buscando resultados para mi vida, no la suya. Por lo tanto, me sentiré responsable por los mismos de manera total, ya sea que los consigamos como ya sea que no.
En ocasiones he experimentado una situación con algunos clientes interesante por decir lo menos. Me ocurre que algunos clientes me quieren dar lecciones o hacerse pasar por Coaches míos, en una especie de juego de tenis de mesa, en el que a cada remate mío ellos responden con otro. Me parece una pérdida de tiempo. Si yo necesito un Coach lo busco y listo. Mi trabajo entonces consiste en enfocarlos a las metas buscadas o a recomendarles que cambien de profesión. No quiere decir que yo no tenga nada que aprender de ellos. Muy por el contrario las mejores enseñanzas a menudo las recibo de clientes que, sin saberlo, son un tesoro de sabiduría que yo sé aprovechar, pero si no nos enfocamos a las metas establecidas es fácil perderse y no llegar a ningún lado.
Como decía el gran psicólogo Maslow, “Todo en la vida es terapia”. Y este es posiblemente un artículo Coach para facilitarnos contratar un Coach y también aplica el viejo dicho sufí de que “Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro”. Así que si está leyendo estas palabras es que ya estaba preparado para escucharlas.
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