A mi modo de ver, la felicidad y el rendimiento en el trabajo son fruto del equilibrio entre la remuneración y la satisfacción por lo que uno hace y esa satisfacción a su vez tiene que ver con lo siguiente:
- Hacer algo que tenga un sentido (realización personal, búsqueda de retos)
- Dar lo mejor de uno mismo haciendo aquello que a cada uno le gusta y se le da bien (satisfacción personal por el trabajo bien hecho).
- Sentirse valorado por lo que uno hace (reconocimiento)
- Trabajar en un ambiente de cooperación.
Independientemente de la capacidad que pueda tener una empresa para poder incentivar económicamente a sus empleados, si los 4 factores que acabo de mencionar no se cumplen, ni la satisfacción ni el rendimiento óptimo de tus empleados están asegurados.
Conseguirlo no es tarea fácil, pero como líder de tu empresa, además de pagar el sueldo de tus empleados tienes la obligación moral de desarrollarles, dicho de otra manera, el crecimiento de tu empresa depende también del crecimiento personal de tus empleados. Si les tratas como niños, tendrás un patio de colegio.
Las recomendaciones que voy a hacerte para acercarte al máximo al entorno ideal de trabajo requieren sobre todo sentido común, empatía, firmeza y constancia por tu parte.
¿Te comprometes a hacer el esfuerzo? Pues adelante…
Alinea a tus empleados con tu visión y marca objetivos claros.
Si hay algo que ponga nervioso al personal es no saber adónde van ni tener claro lo que tienen que hacer. Hacerles partícipes de tu visión, que se sientan parte de ella y hacerles ver la importancia de su contribución para la consecución de esas metas es una de las primeras reglas que debe cumplirse dentro de un equipo. Cuando todos tienen claro adónde van es más fácil que se pongan manos a la obra. De lo contrario estarán mareando la perdiz.
Al mismo tiempo, deberás fijar objetivos claros dentro del equipo que estén alineados con la visión de tu empresa, es decir, tu plan de negocio tiene que tener sentido para ti y para ellos. Déjales claro lo que esperas de ellos y lo que pueden esperar de ti. Todos estáis en el mismo barco.
Háblales en términos de beneficios que van a obtener.
Por muchos objetivos y mucha visión que haya, si no ven los beneficios que eso les va a reportar, de poco servirá. Al igual que a tus clientes les hablas de los beneficios que van a obtener con tus productos y servicios, a tus empleados también. En este caso el producto o servicio es un lugar en el que se sientan a gusto, dando lo mejor de sí mismos y disfrutando con lo que hacen. Tus esfuerzos tienen que ir encaminados a crear un marco de trabajo tal que aunque les ofrecieran más dinero en otro sitio decidieran quedarse contigo formando parte de tu empresa porque les compensa.
Deja que el equipo decida cómo quieren trabajar juntos y dales el soporte que necesiten.
Tú defines el marco de actuación de tu empresa (visión, misión, valores, normas básicas de convivencia, objetivos) y a la hora de crear equipo buscarás personas afines y que encajen en ese marco de trabajo. Sin embargo, la forma como el equipo quiera trabajar internamente debería ser diseñada por ellos mismos. Por supuesto que tú puedes ayudarles a organizarse y tienes que ponerles los medios adecuados. Ahora bien, en la medida en que ellos sean responsables de sus propias decisiones, mayor compromiso con los objetivos y mayor motivación tendrán. No intentes controlarlo todo y delega dando apoyo y supervisión.
No generes competitividad interna.
Éste es uno de los mayores errores que se cometen en aras de la productividad. Las comparaciones son odiosas y un caldo de cultivo para el deporte nacional: la envidia. En su lugar, fomenta el aprendizaje de unos de otros. Para ello tendrás que conocer muy bien las fortalezas y limitaciones de tus empleados y ponerlos a trabajar juntos de tal manera no sólo que se complementen sino que unos sean maestros de otros dependiendo de aquello que dominen. Premia la cooperación y no des carnaza a los egos.
Cumple tus compromisos y sé coherente.
Si hay algo que crispe a cualquier persona y a tus empleados más, es que le tomen el pelo. Cuanta mayor coherencia muestres entre lo que digas, sientas y hagas, mayor credibilidad y autoridad tendrás entre tu gente. El látigo es el recurso fácil, pero también el que a la larga será más costoso. La incoherencia es el mejor abono para la mediocridad, así que concentra tus esfuerzos en ser honesto y cumplir con lo que dices y reconocer abiertamente tus errores. Tu gente hará lo que tú hagas, nunca lo olvides y si tú no cumples tus compromisos ni asumes la responsabilidad de tus errores no esperes que ellos lo hagan.
Pide y da feedback constructivo constantemente
Esto es vital para el avance ya no sólo de ellos y tuyo, sino de tu empresa. Siempre habrá cuestiones que sean de tu entera responsabilidad, pero no pierdas la ocasión de pedirles su opinión sobre el funcionamiento del equipo, de la empresa y de ti como líder. Igualmente dales feedback constantemente y fomenta que entre ellos lo hagan también. No digas “esto está mal”, eso no les ayudará a progresar. En su lugar di qué es lo que no está funcionando e involúcrales en la solución. De lo que se trata es de que les enseñes a enfocarse en las soluciones a los problemas en vez de en la queja. De lo contrario se acabará formando un” club de víctimas” muy poderoso que llevará tu empresa a la ruina. No dejes pasar jamás lo que merece un toque de atención y hazlo siempre sin dejar en evidencia a la persona.
Premia y celebra los éxitos y da el protagonismo al equipo
Si no se premian y se celebran los éxitos reconociendo el trabajo bien hecho, tus empleados sentirán que por mucho que hagan da todo igual y eso es la antesala de la desmotivación. Desarrolla tu creatividad, sorpréndeles. Para ello esfuérzate por saber sus gustos, aficiones. Prueba también a involucrarles en el diseño de esos momentos de celebración. Que sientan que lo que sea que hayan logrado lo han hecho gracias a su esfuerzo y compromiso.
Como norma general, valora el trabajo de cualquier empleado porque todos los trabajos son necesarios para el correcto funcionamiento de tu empresa. Hazles ver la importancia de su trabajo, lo que han ayudado a conseguir, que vean el resultado final, para qué hacen lo que hacen realmente. En definitiva, dale sentido a lo que hacen para que ellos le encuentren también sentido. De esta manera hasta las tareas más tediosas las harán con una actitud diferente.
Recuerda que no es lo mismo picar piedra que construir una catedral.
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